lunes, abril 09, 2012

La Tauroguía de Sevilla (Capitán Alatriste)



TAUROGUÍA DE SEVILLA
Una tauroguía sevillana debe, irremediablemente, arrancar en El Arenal, el barrio más torero de la ciudad. En el Siglo de Oro fue, por su solera, tradición y paisanaje -compuesto de marineros, pícaros, prostitutas y gente de mal vivir-, el arrabal predilecto de Lope de Vega, Quevedo y Cervantes. Más adelante llegaron los toreros y La Real Maestranza se convirtió en el centro neurálgico de la zona. Cada año, cuando se aproxima la Feria de Abril, los alrededores de la plaza se llenan de curiosos, reventas, turistas, vendedoras de romero y gente del mundillo. Por eso merece la pena atracar algunas horas en El Arenal y no perder ojo. Recomiendo pedir un vino (a ser posible jerez o manzanilla) en “Pepe Hillo” o “Taquilla”, ambos en la calle Adriano, enfrente de La Maestranza. Para tomar una copa antes de los toros, cerca de allí, en la calle López deArenas, se encuentra “La Esclavina”.
Para comer, dos sugerencias: una de día y otra de noche. Para el almuerzo, “El Donald”que, aunque por su discreta localización (calle Canalejas, 5) y extraño nombre pasa desapercibido para el gran público, posee una de las mejores cartas de tapas de Sevilla. Su dueño, Mariano García, es un excelente aficionado que se deja ver todos los años en ferias como Azpeitia o Bilbao. Quizás por ello, la decoración está inspirada en motivos taurinos: carteles antiguos, fotografías de los grandes maestros, estampas típicas… En “Donald” preparan una ensaladilla digna de abrir la Puerta del Príncipe.
Para después de los toros, una excelente alternativa es cenar en la taberna “Los Coloniales” (calle Fernández y González, 36). Todas las tapas son exquisitas (por cierto, no pueden irse de Sevilla sin probar un buen salmorejo). Otra opción tan típica como el salmorejo o el gazpacho, consiste en hincarle el diente a un “Piripi” en la “Bodeguita de Antonio Romero” (calle Gamazo, 16). Los sevillanos dicen que existe “un antes y un después” del “Piripi”. Y no les falta razón.
Hasta ahora, siempre nos hemos movido por las inmediaciones del Arenal y la plaza de toros, pero si quieren bajar la cena y disfrutar del buen tiempo, les aconsejo un paseo por la otra orilla del río. Para ello, suban el paseo Colón hasta el puente Triana, crucen hasta el Altozano y saluden al maestro Juan Belmonte, que vigila día y noche La Maestranza desde la otra ribera del Guadalquivir. Recorran la calle Betis y contemplen iluminadas La Maestranza y La Giralda. Callejeen luego por la calle Pureza hasta la plazuela de Santa Ana y entren en su exquisita iglesia del siglo XIII, probablemente, la más elegante de Sevilla. A la salida encontrarán uno de los refugios del diestro Emilio Muñoz: el bar “Santa Ana donde, a propósito, sirven un maravilloso salmorejo.
Sevilla es una ciudad para recorrerla a pie. Además del paseo por Triana, entre corrida y corrida, tienen que pasear por el Barrio de Santa Cruz, admirar la Catedral y el Archivode Indias, comprar un cartucho de pescado frito en los numerosos puestos de la ciudad, cruzar el Arco del Postigo, recorrer las calles de Sierpes y Tetuán, saborear una caña con sus correspondientes olivas en la plaza del Salvador, tomar el fresco en el Parque de María Luisa y fotografiar la Plaza de España. Allí no encontrarán toros, pero les gustará. Si quieren seguir con el ambiente taurino, si bien está un poco lejos, merece la pena acercarse al barrio donde, antiguamente, se levantó La Monumental de Joselito. Ya sólo se conserva una de sus puertas y un bar con mucho sabor llamado de igual manera: “La Monumental (calle Diego Angulo Iñiguez, 9).
Si van con niños o son golosos, desayunar y/o merendar en las terrazas del “Horno de San Buenaventura” o “Pastelería Los Ángeles resulta una bendición.
Y, sobre todo, disfruten del sol y del olor a azahar. Salgan los toros como salgan, no tienen parangón.
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Cuadro: Sorolla
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Nota añadida 2013: Enlazo a este paseo  por Triana que nos recomienda Antonio Pineda
Nota Añadida: 
Vía: David Díez

2 comentarios:

  1. Esto si es la Sevilla autentica, lo otro no. No hay color. Duele reconocerlo pero asi es.

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