Los toros de Baltasar Ibán nos han proporcionado esta tarde una de las pocas alegrías que nos está ofreciendo la Feria de san isidro. Tres "ibanes", incluso cuatro nos han devuelto la ilusión en una de las ganaderías predilectas de la afición madrileña.
Un encierro muy bien presentado, sin exageraciones, bravo en los caballos en líneas generales y con emoción y clase en la muleta. Con muy poco nos conformamos pero es que la última semana del ciclo isidril ha seguido cuesta abajo y sin frenos salvo honradas excepciones como la corrida de Alcurrucén enviada por los hermanos Lozano (quien les iba a decir que muchos les echarían de menos al frente de Las ventas) y la actitud y raza de Sebastián Castella.
Entre medias, encierros incompletos (incluso novilladas), ejemplares sin apenas remate pese al baile de corrales, falta de casta y toreros a medio gas. Resulta sangrante que la primera plaza del mundo no cuente con la mejor materia prima, el mejor toro que hay en el campo, que está reservado para otras plazas que valoran más al que pasa por taquilla y a la propia Fiesta. Ya cuando se presentaron los carteles la cosa pintaba mal y la debacle se confirma.
El plan elaborado por el triunvirato que iba a rescatar la Tauromaquia empezando por la Monumental madrileña lleva mal camino y visto lo visto solo sirve para aliviar su situación financiera y para que unos cuantos intelectuales de salón encadenen gañote tras gañote en el callejón del coso de la calle de Alcalá.
Nota: Nada que añadir
No hay comentarios:
Publicar un comentario