De ahí mi bronca a Fermín Spínola, Serafín Marín y Rubén Pinar, tres toreros que ayer en esos primeros tercios sólo demostraron su falta absoluta de afición.
Como escribe Paz Domingo:
La actuación de los oficiales de caballería fue laboriosa en demolición. Contra los petos de sus cabalgaduras se estrellaron los toros encastados de Baltasar Ibán, quedando abandonados los animales por los maestros respectivos a la suerte toricida de los puyazos delanteros, traseros, laterales, con saña, sin salida, sin cuidado.
Los tres realizaron lidias, faenas y ejecuciones matarifes todas clónicas, todas idénticas en cada uno de los diestros e iguales entre todos ellos. Estrellaban a los toros contra los caballos, sin ninguna suavidad, y como los animales empujaban, pues allí mismo desplegaban los picadores la pica por la punta, los ensartaban volcando su lozanía, retorcían con saña, giraban el jamelgo tapando la salida, y anclaban al torito bueno en interminables instantes de quebranto cervical. Mientras, los maestros haciéndose los despistados en los tercios, en técnica de camuflaje pétreo, y los subalternos intentando sacar a los animales de la molienda sin mucha convicción, pues ya se sabe para retirar al toro hubiera sido necesario poner el capote en la cara para tirar de él hacia los medios, y no al revés, que fue lo que hicieron.Foto: Juan Pelegrín
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