viernes, mayo 11, 2012

Diminutivos


DIMINUTIVOS
Ayer, a la salida de los toros, mi amigo Paco resumió la corrida en una sola frase: “El Cortijillo es un desastrillo”. Qué importan los cataclismos taurinos si, tras más de dos horas de sopor, puedes tomar una caña con alguien que te regala un titular así. Los aficionados de Las Ventas sobrellevamos muchos años el arranque de San Isidro con un clásico: la de Martelilla. Fueron tantos inicios catastróficos, que acabamos inmunizándonos; incluso tomándole cariño a la de Martelilla… illa. Esta vez, la empresa ha decidido respetar la igualdad de género -¡estos de Taurodelta están en todo!- y cambiarnos el “illa” por el “illo” del Cortijillo. Queda demostrado que el diminutivo del masculino es tan catastrófico como el femenino.
Los abonados a San Isidro deberíamos ponerle hoy una vela a aquel que dijo: “Lo importante no es cómo se empieza, sino como se termina”. De lo contrario, esta feria va a resultar un ruinazo sin diminutivos.
El menos “malillo” de los toros del Cortijillo fue el colorado que hizo tercero. Su poca fuerza, encogido y con la lengua fuera desde las primeras series, impidió aprovechar su nobleza y lo bien que metía la cara. El resto de los ejemplares que echaron al ruedo los Lozano acabaron cantando la gallina desde el embroque y rajados en chiqueros. Ante ellos, el mayor mérito de Miguel Abellán, Leandro y Antonio Nazaré consistió en su brevedad (hoy día, que “sólo” suenen dos avisos es una anomalía).
A las nueve y cuarto estábamos en el patio de arrastre con expresión de inquietud: este comienzo ha desprendido un tufillo que no se marcha ni con los aromas del arte y la culta.
Nota: Fue ovacionado Miguel Martín tras parear al tercero.

GLORIA SÁNCHEZ-GRANDE

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