viernes, mayo 18, 2012

Cosa de hombres (Gloria)


COSA DE HOMBRES
El toreo es cosa de hombres. Por dos motivos. Uno: porque hace falta ser muy macho para aguantar en el ruedo más de una hora con una cornada que desgaja el muslo por la mitad. Y dos: porque el toreo lo llevan a cabo seres de carne y hueso. Parece una perogrullada, pero ayer cierto sector de la plaza lo pasó por alto. Una corrida de toros es una lección condensada de humanismo. En unas pocas horas y 60 metros de diámetro contemplamos todas las pasiones e instintos humanos, desde los más bajos a los más excelsos, desde el miedo a la épica. Es, además, una disciplina que se realiza en la más absoluta soledad. Cuando empieza la faena de muleta y las cuadrillas abandonan el ruedo, el torero decide no sólo qué hacer con su vida sino cómo llevarlo a cabo. En función de su elección, se ganará el respeto de la afición. Ayer hubiera sido absolutamente lícito que Castella pasara a la enfermería cuando su primer toro lo arrolló y corneó feamente. Fue un atropello terrible y seco. Una paliza monumental. A pesar de ello, decidió continuar en la cara del toro, más o menos tiempo, con mayor o menor fortuna, pero siguió en pie y sin enmendarse. Una machada. Los pitos, esta vez, estuvieron de más. Y la oreja, merecida.
En la plaza cada uno es libre de protestar y aplaudir lo que le plazca, que para eso todos estamos a la misma distancia de la boca de riego. De hecho, prefiero los cosos críticos y bulliciosos que los de silencio catedralicio. Pero siempre con respeto, cierta sensibilidad y sin perder la capacidad crítica. El toreo es cosa de hombres, no de máquinas. Y los hombres estamos hechos de carne -a veces abierta de punta a punta-, no de tornillos.
Cosa distinta es que se proteste a un diestro por estar fuera de cacho o no cargar la suerte. Eso le ocurrió a Manzanares. Aunque el alicantino expuso y se pegó el arrimón ante el quinto, con el segundo anduvo a ratos desbordado, sobre todo al natural. Su puesta en escena –más cercana al baile que al toreo-, terriblemente estética, pero superficial y aliviada, sigue sin convencer en plazas como Madrid.
En cuanto a Talavante, dejó los mejores pases de la tarde, tanto con el capote como con la muleta. Sorteó en primer lugar un novillo indecente de Victoriano del Río que pasó el reconocimiento de forma incomprensible. El sexto le permitió un bonito comienzo de faena y poco más. La corrida no sirvió. Algunos ejemplares sacaron el genio de la mansedumbre y otros se pusieron broncos, quizás contagiados por el ambiente. A la plaza hay que ir sin prejuicios ni manías. Las broncas y los pañuelos se guardan bien en la faltriquera hasta que sea justo desenfundarlos en el tendido. Cada asunto en su momento.
Gloria Sánchez-Grande

1 comentario:

  1. ...firmado por una mujer,

    asi nos luce el pelo a las mismas... gracias!




    Atte. Alex

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