domingo, febrero 10, 2008

Las arenas de Valdemorillo ( Capitán Alatriste)



"Las arenas de Valdemorillo"
Arranca la temporada en una cálida tarde de invierno; jamás “La Candelaria” quemó tanto. Valdemorillo tiene cubierta cuando menos falta hace. Atrás quedan las crónicas de Vidal bajo nieve y mantas: “como ver la televisión metido en la nevera, así son las corridas de Valdemorillo”, escribió el maestro.
Y arranca la temporada, digo, con calor, con un aliento que sube desde Linares y atraviesa la sierra madrileña camino de no sé donde. Curro Díaz nos ha dejado una brisa torera. Sus trincherillas lamieron las arenas de Valdemorillo calentando lo que ya de por sí ardía. Sus naturales han sido el espejismo de una tarde pródiga en diestros mediocres y animales carentes de fuerza. Su clase, en definitiva, salvó la corrida. La estocada al primer toro, el único que se dejó, fue tan rotunda como la de Sevilla el año pasado (aquellos pobres “Cebadas” expulsados del paraíso de “La Zorrera”…). Vestía de grosella y oro, el mismo traje que le sirvió para abrir la Puerta Grande de Madrid la tarde de “Los Recitales”. Si Curro no se ha convertido en figura del toreo no es por falta de talento, sino de cabeza. Jamás plantea las faenas. Ayer, sin ir más lejos, tardó demasiado en echarse la muleta a la zurda cuando, de salida, se comprobó que era el mejor pitón. Derrocha sentimiento, pero le falta juicio.
Los toros de Peñajara, bien presentados y de pintas variadas, no pudieron con su cuerpo. Doblaban las manos, se quejaban en banderillas y rehuían los caballos...; aunque haya arrancado una nueva temporada, hay cosas que no cambian. “La Candelaria” fue un desierto de bravura.
Malos toros para dos malos toreros: César Jiménez y Salvador Cortés. El madrileño y el sevillano consiguieron que cayera la noche en Valdemorillo, incluso que hiciera frío. Mataron a sus oponentes no de sendas estocadas, sino de agotamiento. Sorprendente la reacción del público concediéndole una oreja a Jiménez tras una faena eterna a un toro inválido y un pinchazo (mucho me temo que no sólo el tiempo se ha dulcificado en Valdemorillo). Nula también la cuadrilla de César: el quinto se picó en la querencia porque nadie fue capaz de llevarlo hasta el caballo. Una petición a colación de todo esto: Poli, por favor, vuelve al ruedo y déjale las funciones de apoderado a otro.
Resumiendo: Curro eclipsó a sus compañeros de cartel y a los “peñajaras”.
Que su muleta siga avivando la nueva temporada.
Y benditos sean los inviernos cortos."

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