Hoy al ver la Tauromaquia Republicana he recordado a Eduardo Vicente, excelente pintor del bando de los "perdedores", a mi juicio injustamente olvidado. He ido sacando a gente de esta generacion perdida (Zabaleta, la Escuela de Vallecas) pero creo que de Vicente no hemos puesto nada.
Aficionado a los toros y amigo de Cossio, en Mayo se cumpliran 40 años de su muerte.
Aficionado a los toros y amigo de Cossio, en Mayo se cumpliran 40 años de su muerte.
EDUARDO VICENTE
Madrid. (1909-1968)
En los años grises y sombríos de la posguerra española brillaba con luz tenue y delicados matices la obra pictórica de Eduardo Vicente. Nacido en Madrid, en el año 1909, al acabarse la contienda tenia exactamente treinta años. En plena juventud y con entera posesión de sus medios expresivos, contaba ya con una intensa experiencia artística, adquirida al lado de su hermano Esteban, también pintor, cuya vida y obra posterior estaría ligada a Norteamérica. Eduardo Vicente, que con anterioridad a la Guerra Civil había colaborado, como copista, con el Museo Ambulante de Misiones Pedagógicas, que había sido creado para mostrar por los pueblos y las aldeas de la Península copias facsímiles de las obras mas representativas del arte español ,el mismo se encargo de hacer las reproducciones de las Pinturas Negras de Goya ya que había vivido el ambiente intelectual de las vanguardias históricas en los años veinte y treinta, pertenecía al lado liberal de las dos Españas.
Combatiente del ejercito republicano, al triunfar los "nacionales" era un perdedor, un vencido. Para poder sobrevivir se vio obligado entonces a realizar trabajos de pintura industrial de brocha gorda. Pero muy pronto su buena estrella y circunstancias favorables hicieron que, pese al exilio interior, pudiese salir adelante. Su amistad con José María de Cossío, que le introdujo en la Editorial Espasa-Calpe y sobre todo el descubrimiento de su pintura por Don Eugenio D'Ors, que le puso en contacto con el galerista Aurelio Biosca y en 1944 le encargo el cartel para el Salón de los Once en la academia Breve de Crítica de arte, hicieron que Eduardo Vicente volviese a empezar su interrumpida carrera creadora.
A partir de entonces se inicio su camino ascendente hacia la fama hasta lograr el cenit del éxito al cual podía entonces aspirar un artista. Amigo de escritores, de poetas, libreros e intelectuales, asiduo de las tertulias del café Gijón, Eduardo Vicente se convirtió en un pintor admirado y elogiado por las personas mas cultas de la época. En el panorama de la pintura madrileña de la postguerra , Manuel Sánchez Camargo, en 1954 lo incluía en su libro Pintura española contemporánea.
En la escuela de Madrid ocupa un singular puesto. Junto con Benjamín Palencia, Rafael Zabaleta, Ortega Muñoz, Pancho Cossío y Díaz Caneja, su nombre figura hoy en el primer plano artístico del momento. Nombrado en 1951 miembro del Jurado de la Primera Bienal Hispanoamericana del Arte e invitado a la Bienal de Venecia, su arte se alineaba dentro de las tendencias consideradas entonces renovadoras de la plástica española.
Ahora bien, a partir de 1957, con la aparición de "El Paso", del “Informalismo”, del "Arte Otro", el Pop y demás movimientos de vanguardia, Eduardo Vicente pasó a formar parte de un pasado que para los artistas jóvenes estaba totalmente obsoleto. Con su muerte relativamente temprana -todavía no había cumplido los sesenta años desapareció discreta y silenciosamente de la escena.
En la primavera del año 1968, cuando en Madrid se celebran las Fiestas de San Isidro y cuando iba a abrirse una exposición de su obra en la Galeria Quixóte, falleció repentina e inesperadamente. Sus amigos, inquietos al no verle durante varios días, descubrieron su cuerpo sin vida acurrucado en un rincón de su estudio como si la muerte le hubiese sorprendido en un primer sueño. Era el 9 de Mayo de 1968 y su cuerpo no fué descubierto hasta 3 días más tarde.
Madrid. (1909-1968)
En los años grises y sombríos de la posguerra española brillaba con luz tenue y delicados matices la obra pictórica de Eduardo Vicente. Nacido en Madrid, en el año 1909, al acabarse la contienda tenia exactamente treinta años. En plena juventud y con entera posesión de sus medios expresivos, contaba ya con una intensa experiencia artística, adquirida al lado de su hermano Esteban, también pintor, cuya vida y obra posterior estaría ligada a Norteamérica. Eduardo Vicente, que con anterioridad a la Guerra Civil había colaborado, como copista, con el Museo Ambulante de Misiones Pedagógicas, que había sido creado para mostrar por los pueblos y las aldeas de la Península copias facsímiles de las obras mas representativas del arte español ,el mismo se encargo de hacer las reproducciones de las Pinturas Negras de Goya ya que había vivido el ambiente intelectual de las vanguardias históricas en los años veinte y treinta, pertenecía al lado liberal de las dos Españas.
Combatiente del ejercito republicano, al triunfar los "nacionales" era un perdedor, un vencido. Para poder sobrevivir se vio obligado entonces a realizar trabajos de pintura industrial de brocha gorda. Pero muy pronto su buena estrella y circunstancias favorables hicieron que, pese al exilio interior, pudiese salir adelante. Su amistad con José María de Cossío, que le introdujo en la Editorial Espasa-Calpe y sobre todo el descubrimiento de su pintura por Don Eugenio D'Ors, que le puso en contacto con el galerista Aurelio Biosca y en 1944 le encargo el cartel para el Salón de los Once en la academia Breve de Crítica de arte, hicieron que Eduardo Vicente volviese a empezar su interrumpida carrera creadora.
A partir de entonces se inicio su camino ascendente hacia la fama hasta lograr el cenit del éxito al cual podía entonces aspirar un artista. Amigo de escritores, de poetas, libreros e intelectuales, asiduo de las tertulias del café Gijón, Eduardo Vicente se convirtió en un pintor admirado y elogiado por las personas mas cultas de la época. En el panorama de la pintura madrileña de la postguerra , Manuel Sánchez Camargo, en 1954 lo incluía en su libro Pintura española contemporánea.
En la escuela de Madrid ocupa un singular puesto. Junto con Benjamín Palencia, Rafael Zabaleta, Ortega Muñoz, Pancho Cossío y Díaz Caneja, su nombre figura hoy en el primer plano artístico del momento. Nombrado en 1951 miembro del Jurado de la Primera Bienal Hispanoamericana del Arte e invitado a la Bienal de Venecia, su arte se alineaba dentro de las tendencias consideradas entonces renovadoras de la plástica española.
Ahora bien, a partir de 1957, con la aparición de "El Paso", del “Informalismo”, del "Arte Otro", el Pop y demás movimientos de vanguardia, Eduardo Vicente pasó a formar parte de un pasado que para los artistas jóvenes estaba totalmente obsoleto. Con su muerte relativamente temprana -todavía no había cumplido los sesenta años desapareció discreta y silenciosamente de la escena.
En la primavera del año 1968, cuando en Madrid se celebran las Fiestas de San Isidro y cuando iba a abrirse una exposición de su obra en la Galeria Quixóte, falleció repentina e inesperadamente. Sus amigos, inquietos al no verle durante varios días, descubrieron su cuerpo sin vida acurrucado en un rincón de su estudio como si la muerte le hubiese sorprendido en un primer sueño. Era el 9 de Mayo de 1968 y su cuerpo no fué descubierto hasta 3 días más tarde.
Estimado Javier, he leído su escrito sobre el pintor Eduardo Vicente y me preguntaba el porqué de ese sobrenombre "el papa negro". Le agradecería me aclarase el origen de esa denominación que desconocía hasta ahora.
ResponderEliminarLe felicito por la exactitud de su artículo, y le envío un atento saludo.
Silvia.
Silvia, por favor, mandame u e.mai a torotoreroyaficion@gmail.com y se lo reenvio a "el papa negro"
ResponderEliminarIncomprensible ver como un pintor tan relevante y tan significativo a la hora de reflejar el espíritu de la posguerra no está mucho más valorado de lo que está hoy en día .
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