martes, febrero 19, 2008

Dámaso Gómez, torero de culto (Jorge Laverón)

Dámaso Gómez es torero de culto. Ídolo de dos aficiones tan singulares como la de Madrid y la de Barcelona. En el Monumental coso de la Avenida de les Corts de Catalunya, tomó la alternativa en 1953 de manos de Domingo Ortega, otro mito.
El torero de Chamberí, el castizo barrio madrileño, tardó mucho tiempo en tener el reconocimiento de sus paisanos. Fue en 1966 y con toros de Miura. En los años setenta, su poderío ante los siempre peligrosos toros de Lora del Río lo consagró en Las Ventas.
Dámaso Gómez, afincado en Salamanca, donde es una pura leyenda por su extraordinaria forma de tentar, de torear a campo abierto. Se cuentan de él tantas historias, que de pura verdad parecen mentira.
Dámaso, torero largo y completo. Una serie de verónicas en Las Ventas, una tarde otoñal, quedó grabada para siempre en la mente de los más viejos aficionados. Sus pares de banderillas por los adentros, encerrado en tablas, a lo Sánchez-Mejías, el torero de García Lorca, son páginas de la historia taurómaca.
El toreo al natural de Dámaso Gómez, sencillamente, eso: natural. Su última tarde en Madrid, con el pelo blanco como el de su maestro Ortega, fue un compendio de una tauromaquia única.
Torero de culto. Torero de sabios de Salamanca, Madrid y Barcelona.
Jorge Laverón (El País, 5.06.2007)
Nota: copio un comentario de LUPIMON:
¡Qué TORERAZO!
En Las Ventas: 62 toros de 18 ganaderías en 29 corridas, con una salida a hombros (corrida de la Prensa del 71, mano a mano con Chanito, toros de Victorino), 9 orejas (3 a Murteira, 2 a Victorino, otras 2 a Moreno Yagüe, 1 a Miura y otra a Miguel Zaballos), 19 vueltas (cuando había vueltas y tenían más valor que cualquier oreja actual), 2 cogidas … ¡qué tiempos! y ¡que vergüenza torera!LUPIMON
Foto:La fotografía nos la manda LUPIMON y corresponde a la tarde de la alternativa de Dámaso Gómez: Barcelona, 25/may0/53, con el toro Bombonero, nº 7 de D. Alicio Tabernero de Paz. Padrino, Julio Aparicio; Testigo, Manolo Vázquez

4 comentarios:

  1. muy interesante.gracias Javier

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  2. Me sorprende Jorge Laverón al decir que le dio la alternativa Domingo Ortega, por lo que ante la duda recurro al Cossío, Tomo 4, pag. 476 y a la Historia de los Matadores de Toros de Don Ventura, pag. 313 y ambas coinciden, tanto en que fue Aparicio, como en los datos que figuran en los comentarios de la fotografía al final del post.
    Y para los amigos de las estadísticas, constato otro pequeño error del artículo. La primera de Miura que mató en Madrid no fue en el 66, si no en el 68, el 26 de Mayo, alternando con Joaquín Bernadó, Adolfo Rojas y Fermín Bohórquez en un toro de rejones (dio una vuelta en cada toro).
    Tengo gran admiración por este torero (¡tantas tardes de gloria en los veranos de Las Ventas!) y por eso me voy a poner pesado y añadir un comentario que más bien debía haber ido en el anterior post con la crónica de Joaquín Vidal. Dice éste al final:
    “En este coso -se refiere a Madrid- la afición ha aclamado al chamberilero Dámaso por sus dotes de lidiador; por sus pares de banderillas, de poco arte y mucho arrojo; por su dominio con la muleta; por la emoción de su incomprensible impavidez ante el peligro; POR SU VERGÜENZA TORERA, en suma”.
    Eso, VERGÜENZA TORERA, eso que tanta falta hace hoy en día. Un detalle del día de su despedida en Salamanca, el 21 de Septiembre de 1981 alternando con Juan José y Espartaco y toros del Conde de la Corte. En su primero fue cogido aparatosamente y tras darle muerte pasó a la enfermería, pero en contra de la opinión de los médicos salió de nuevo, con cinco costillas del lado derecho fracturadas, a matar el último de su vida, Trotacalles de 601 kilos.
    ¿Quién haría eso hoy?
    LUPIMON

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  3. Os felicito por desempolvar la figura de Dámaso Gómez pues al igual que Lupimón yo he sido muy partidaria del torero de Chamberí, asentado en Salamanca, y conocido en Las Ventas como el Luis Miguel de los pobres.

    Al mismo tiempo, desempolvar la obra de Laverón, incorruptible, uno de los grandes escritores de la generación perdida a causa de los parones a que nos condenó el taurineo.

    Carmen Esteban

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