EL ENCASTE
GAMERO CÍVICO
La ganadería de
Gamero Cívico estuvo en el centro de una lucha de intereses feroz
que desembocó inicialmente con su expulsión de la UCTL, y después
en la explosión de ésta cuando Juan Belmonte, durante los convulsos
años de la República, intentó quebrantar el monopolio que sus
miembros habían convertido en la ventaja comercial más segura de su
mercado. Insumisos, los hermanos Gamero Cívico rechazaron claudicar
ante la ley promulgada por sus compañeros, y prefirieron el exilio a
la vergüenza, antes de tomar parte activa en la cruzada emprendida
por Juan Belmonte en nombre de la libertad de mercado. Por primera
vez en su historia, la UCTL se encontró profundamente dividida entre
ganaderos conservadores y progresistas, clima que se sigue reflejando
hoy en las luchas intestinas que se producen en el seno de la misma
Unión. Los intereses no son exactamente los mismos, ni el número de
los ganaderos asociados, pero sí el fondo del problema planteado en
los años treinta por Juan Belmonte y los ganaderos que hoy
cuestionan el trabajo de algunos colegas, y que se resume en la
excesiva cuota de mercado controlada por unos en detrimento de otros.
[…]
¿Qué subsiste hoy de este código de honor que convirtió a los
ganaderos en el eje de la Fiesta durante más de un siglo? Protestas
de buena fe, la mayoría de las veces desprovistas de sentido, que ya
no pueden ocultar la
terrible situación de dependencia en la que han caído la inmensa
mayoría de las ganaderías: unas, de cara a las figuras que les
imponen seleccionar sus toros según
sus deseos si pretenden venderlos; otras, frente a un mercado que,
estrechándose, aumenta el riesgo de exclusión para los que
pretenden seguir su propio camino al margen de las modas. Por una
curiosa coincidencia –¿será sólo
una casualidad?-,
todas las ganaderías contemporáneas nacidas de la rama de Gamero
Cívico sufren hoy un indudable boicot por parte de las figuras.
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