lunes, mayo 21, 2012

El Fundi despide a San Isidro de singular manera.


Llovía a cántaros desde minutos antes de comenzar el festejo y el albero, a pesar de su magnífico sistema de drenaje, tornaba en barrizal. No ha dejado de llover con diferente intensidad hasta después de arrastrar el tercer toro, convirtiéndose la lluvia el algunos momentos un aguacero terrible.
Quizá no debería haberse celebrado la corrida debido a las condiciones del ruedo, con menos lluvia se han suspendido festejos, pero claro, también con otra entrada, hoy la plaza estaba a tope aunque ha habido numerosas deserciones en los tendidos, a nadie le gusta mojarse. Menos mal que no tenemos que lamentar percance alguno por esta causa.

Seis toros de Guardiola han sustituido a los anunciados de Peñajara que bien presentados han ofrecido muchas más dificultades de las que los toreros podían resolver. Parece que la ganadería remonta, aunque poco a poco, el bache por el que ha pasado, hoy había mucho que torear, eran toros complicados a los que para aumentar las dificultades se les han hecho muy malas lidias. Mansos han sido primero, segundo y sobre todo el quinto.
El cuarto se ha ido vivo a los corrales ante la impotencia del Fundi para matarlo (y había brindado al público). Han sonado los tres avisos de rigor y los cabestros se han llevado al animal después de un rosario de pinchazos y de intentos de descabello. Sorprende que uno de los toreros con estocada más fácil, decidida y decisiva haya sido incapaz de matar un toro al que no había hecho faena porque el toro se paraba debajo del engaño y cabeceaba, defecto de difícil corrección pero no imposible para un torero tan experimentado, no ha intentado siquiera lidiarle por bajo, hacerle humillar para poder matarlo, igual ha sucedido en el primero aunque en esta ocasión si ha conseguido matarlo.

Uceda Leal apenas se ha enfrentado a sus oponentes, los intentos de pase en ambos toros siempre desde el ventajismo y sin lucimiento y su forma de matar al segundo tras seis o siete pinchazos y al manso cuarto después de perseguirle por todo el ruedo con una estocada caída tras otros tres pinchazos nos han dejado más fríos que la humedad de la tarde.

El mejor lote le ha correspondido a Rubén Pinar, que ha intentado torearlos fuera de cacho, con el pico de la muleta y hacia fuera, siguiendo los cánones del toreo moderno, con el tercero ha conseguido engañar a una parte del público, pero con el sexto que ha sido el mejor toro de la tarde se le ha visto claramente su incapacidad para enfrentarse a un toro bravo y encastado que se ha hecho el amo del ruedo desde el centro del redondel y le ha puesto en serios apuros.
Resumiendo: Ha vuelto a salir el toro y nadie ha sido capaz de torearlo, a pesar de que hoy había un torero con 25 años de alternativa, otro con 16 y otro con 4.
Cada vez es más difícil ver torear.

Jandro
domingo, 20 de mayo de 2012

4 comentarios:

  1. "Cada vez es más difícil ver torear." Triste, penoso, abrumador. Esto pega muy duro. ¿Pero es que REALMENTE no hay algo práctico que se pueda hacer? ¿No hay unión --la verdader unión-- de afición y de empeño por salvar / mejorar la fiesta brava?
    Atte., Torotino.

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  2. Me hubiera gustado verlos con el ruedo en condiciones. El primero, me ha parecido que tenía muchísimas dificultades. En el cuarto de bería haber usado mas el estoque, en vez de ir a descabellar. Corrida interesante, que se habría visto mejor con el piso seco. Los toreros, pues en su línea.
    Rigores.

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  3. Si lo de esta ganadería es remontar, apañados vamos. Desfile de mansos y descastados. Ni uno hizo amago de humillar. Con el piso así era muy muy dificil entrar a matar. Fundi prefirió esa triste despedida de San Isidro, antes que un indigno bajonazo como otros habrían hecho. Leves palmas al romper el paseillo. Esto se lo cargan desde dentro...y con la nula sensibilidad del personal. El recibo capotero de Uceda fue lo único pasable de otra tarde anodina

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  4. Cada aficionado tiene su propia opinión sobre lo ocurrido en la plaza ayer tarde, pero solo hubo un torero que arrancó el paraguas mojado de las manos del público, para aplaudir la faena y sacar el pañuelo, que en otras plazas hubiera sido suficiente para cortar una oreja.

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