También aprendí muchísimo de ver torear a aquellos dos grandes colosos que hubo en mi juventud, coincidiendo con los comienzos de mi aprendizaje. José y Juan.
El primero, por su sapiencia al dar a cada toro la lidia adecuada a su condición. Belmonte, porque, con su sorprendente ineptitud, impuso una forma de torear en terrenos hasta entonces inaccesibles con aquel toro, al que tomaba en larga arrancada, cargaba la suerte al embarcar al toro en el engaño, embrocándose una y otra vez y volviendo siempre a cargar la suerte con la pierna contraria, para ligar los pases
Marcial Lalanda
Ilustración: Carmen Romero
Lo malo es que los de ahora no han oido hablar de Marcial Lalanda, con lo cual el legado no se ha transmitido a las nuevas generaciones
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