Si seguimos apartando al toro, al toro íntegro, encastado, ya sea bravo o manso, al que hay que darle una lidia, que significa lucha y no primeros auxilios, al final nos encontraremos con tal adefesio sin sentido, próximo a la estupidez, al absurdo y, por más que nos pese, al abuso sanguinario y a una crueldad que la sensibilidad del aficionado no podrá soportar. Porque el toro nunca puede llegar a ser un monigote delante del cual a un señor le da por cantar, al que un puñado de figuras rodean con ademanes desafiantes mientras el animalillo se esfuerza en mantener el resuello. Devolvamos al toro su posición, mantengámoslo como el rey de todo esto, como la máxima figura de este espectáculo y al que logre hacerle frente, reconozcámosle su valor. De otra manera se puede llegar a la situación en que el toro, esté en riesgo de exclusión social.Enrique Martín (Aquí el post completo, "El toro, en riesgo de exclusión social")
domingo, octubre 27, 2013
El toro, en riesgo de exclusión (Enrique Martín)
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