hoy resulta fácil
comprobar que las ganaderías, o encastes, que no han sabido
evolucionar a favor de la corriente histórica -es decir, la
evolución del toreo hacia el esteticismo- subsisten en clara
decadencia, nos guste o no.
Lo cual no implica que
las otras ganaderías anden muy boyantes, ya que sólo un puñado de
ellas, a pesar de experimentar vertiginosos altibajos en la calidad
de sus toros, copa el mercado de las ferias más rentables gracias a
los matadores que imponen su presencia a las empresas. Si alguna
camada no es del gusto de aquellos diestros que mandan en los
despachos, la caída resulta brutal. Por ello, el ganadero
contemporáneo se ha convertido en un proveedor frágil, cuya
mercancía tiene que satisfacer el gusto de su cliente, que ya no es
ni la empresa, ni el público, sino un manojo de figuras que imponen
sus preferencias. Esta evolución nos conduce directamente hacia un
ballet que, cualquier día, prescindirá de los aspectos más
violentos de la lidia, cuyo porvenir, no lo duden, se adivina
incruento, puesto que va acompañado por un cambio de naturaleza
dentro del público: harto de padecer un espectáculo que ya no se
corresponde con lo que busca, el aficionado tradicional se aleja de
las plazas donde, en el mejor de los casos, es sustituido por un
espectador cuyo nivel de conocimientos y exigencia resulta mucho
menor. En vez de las tertulias de antaño, o de las crónicas, a
veces muy duras, que marcaban una línea infranqueable para los
toreros, hemos pasado a la generalización de un buenismo mentiroso
que consiste en alabar cualquier cosa, y quien critica es
inmediatamente calificado como un enemigo interno. Salvando algunas
honrosas excepciones, pocos se atreven a nadar en contra de la
corriente para evitar ser expuestos en la picota de esta nueva
inquisición.
Tierras Taurinas , editorial del Opus 23 que ya está a la venta.
Y pensar que yo tengo la sensación contraria: Que lo que está de moda es criticar todo sin ton ni son y al que alaba lo bueno, lo fusilan...
ResponderEliminarEso es porque , por ejemplo, no visitas mucho los portales de internet: http://camposyruedos2.blogspot.com.es/search/label/Burladero o http://torear.blogspot.com.es/2009/06/crisis-what-crisis.html
ResponderEliminarah, lo mismo en 6chotos6, aplausos, tendido cero,por no mencionar las bochornosas retransmisiones de corridas de TVE (¡menos mal q es una al año!), etc.
ResponderEliminarEso si es verdad. Lo de los portales de Internet lo visito poco. Uno es de la vieja escuela y le gusta más el papel impreso.
ResponderEliminarSaludos.
Si es cierto que no está pendiente de los portales ni la web, ¿cómo puede estar seguro de que la moda es atacar todo sin ton ni son? Hemingway deja claro que el aficionado siempre se queja con respecto a su época. A Morente, que le gustan tanto las comprobaciones mecánicas de la historia, tal principio no le debería parecer inaceptable. Siempre una época critica su presente y encomia su pasado, o bien porque es cierta la decadencia, o bien porque la crítica es necesaria para no permitir excesos. Sin embargo hoy tenemos una cantidad de propaganda institucional, editorial, y un agresivo desbalance de poder contra la crítica seria y fundamentada. Se intenta tachar incluso de terrorista a quien tenga pensamientos subversivos con respecto a esa línea oficial llamada Domecq, Juli, Mundotoro, Manzanares el bello, Paco Mora, Villasuso. etc. Otra adjetivación que intenta desactivar la crítica es tildarla como moda, o rezagada con respecto a una evolución que siempre se manifiesta de manera extraña. Hoy es un toro de Domecq en Bilbao y todas son loas a una cabeza de camada con poder y edad, pero mañana es un toro discreto en todos los aspectos, que con su suavidad permite un toreo estético; siempre van a ganar, y nosotros siempre vamos a perder.
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