Se reveló el toreo al natural. Surgió el milagro en aquella izquierda prodigiosa que permanecía encerrada en el recuerdo. A la mente regresó la memoria y El Cid se acordó de sí mismo, de un tiempo que había quedado lejano y de la interpretación de la más hermosa manifestación torera de naturalidad, una cualidad soberbia que se nace del instinto, vive del pulso controlado del ritmo, se nutre del movimiento templado, se impone por verdadera y se expande en elegancia sin igual.(...)Paz Domingo ( Aquí la crónica completa)
Andrés de Miguel (Aquí su crónica completa)Cuan bello es el toreo puro, ejecutado con convencimiento y con relajación, seguido con asombro en los tendidos, jaleado por aficionados y público. Quizá sorprendente para muchos como yo, que no creíamos capaz a El Cid de remontar su toreo de dudas e inquietudes, y deslumbrante para otros que quizá no alcanzaron a ver su época esplendida hasta 2007.Un resplandor de belleza de una completa faena de muleta montada con la izquierda, sin pruebas, que empieza citando con distancia, recogiendo al toro con riesgo y rematándolo para no tener que rectificar ni perder pasos. Naturales largos, ligados y no hilvanados, esplendidos de factura y colocación. Para mi percepción, el último de la segunda serie un auténtico monumento.
Foto: Tierras Taurinas
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