He dado toda mi vida a esta Fiesta, en una época en que el toro protagonizaba la plena conciencia del espectáculo. Un espectáculo mitad lógico y mitad mágico, pero siempre heroico.
Cuando el toro era el supremo elemento, representaba el poder , el furor opuesto al hombre.
Ese toro, que producía verdadero pavor, obligaba al diestro a superarse, a vencerse a si mismo para triunfar en su lucha con la fiera.
Con el toro auténtico, nuestra Fiesta nacional no tenía semejanza posible con ninguna de las que existen en el mundo
Marcial Lalanda
Nota: Ahora que se habla tanto de "modernizar" la fiesta, creo que se debería empezar por recuperar los valores perdidos u olvidados.
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