Nota añadida: Copio el comentario que nos hace llegar Opsen:
No he escuchado los comentarios de Ruiz Miguel de modo que me baso en lo que dicen buenos aficionados de toda mi confianza en el sentido que han sido bastante desacertados. A mí, debo confesar, me importa un rábano y ante mis ojos Ruiz Miguel no pierde un ápice de su valía como torero. Los que lo vimos muchas tardes podemos dar fe que era un torero de una pieza, valiente, técnico y capaz de llegar a hacer el toreo después de haber dominado a un toro bravo. Eso no se lo quita nadie y para mí, el torero pasó a la historia como un grande. No es una simplificación el decir que nada tiene importancia si no hay toro, es el mínimo exigible.
Ahora bien, Ruiz Miguel tuvo dos características de su personalidad que puede que le estén jugando una mala pasada actualmente en su incursión como comentarista. En primer lugar se retiró sintiéndose un artista incomprendido. Lo que tenía de verdad lo hubiera reemplazado gustoso por el oropel del lucimiento al uso. No se contentó con recibir el Premio Nobel, él quería ganar un concurso de belleza. Y, si bien era capaz de torear con arte (y ante toros bravos y encastados todo es arte) no lucía con las corridas que hubiera querido torear y para las cuales generalmente no lo contrataban. Tiene que ser frustrante ver como compañeros supuestamente finos, pero sin sus recursos técnicos ni su temple, se forran sin arriesgar un alamar mientras él tiene que pasar las de Caín para mantenerse en el escalafón pechando con lo más duro, para que después los menos exigentes le terminen negando hasta su importancia torera.
No es de extrañar, por tanto, que frente a un micrófono se ponga a defender toros de poca presencia y a criticar públicos severos, esos que impidieron que se pudiera subir al carro de los impostores. Le costó muchas orejas en plazas serias pero le reportó un lugar importante en la historia. Curiosa paradoja.
Segundo, Ruiz Miguel nunca fue capaz de decir una palabra de crítica contra un compañero. Esa lealtad, loable pero quizás malentendida, lo llevó a cometer errores garrafales de apreciación. Nadie puede acusarlo de no saber lo que decía cuando hacía declaraciones ante la televisión, estando en activo, en defensa de un torero que simplemente había sido incapaz de dominar a un toro y que había echado a perder lo que llevaba adentro en banderillas, y atribuyendo el fracaso al toro. Sin culparlo, porque era demasiado listo para arriesgar un juicio así (en ese entonces, no sé ahora) pero lamentándose que el animal hubiera cambiado tanto a mal sin aclarar por qué.
Es verdad, como está el patio dicha actitud deja de ser loable y pasa a ser una herramienta más de manipulación, pero contra ella no hay nada que hacer. Está metido en una maquinaria que propicia ese tipo de opiniones y se siente a gusto en ella. Creo que habría que reflexionar y reunir algunas pruebas antes de asegurar que se ha “vendido” y que su opinión tiene un precio, pero no cabe duda que está en su elemento, aquel que los aficionados no le dejaron ocupar cuando toreaba. Por otra parte, empezar una campaña en su contra para desconocerle todo lo que hizo ante miuras (sin hache. Que yo sepa nunca mató a un dramaturgo) o victorinos, porque ahora esté dando opiniones extemporáneas me parece de una injusticia enorme. Como también lo es pretender quitarle a Ortega Cano la importancia que tuvo en el toreo porque en el ocaso de su carrera hizo el ridículo. Creo que las cosas hay que verlas en su justa perspectiva.
Los que vimos a Ruiz Miguel jugarse la vida con corazón y con cabeza, nunca estaremos de acuerdo con que se haga volar su bien ganado pedestal por lo que pueda declarar fuera del ruedo después de su retirada.
!Torerazo! . De quitarse el sombrero... y no volverselo a poner.
ResponderEliminarEl respeto es una palnat delicada. Tarda uno una vida en ganarselo y puede perderlo en un instante. El problema actual de la fiesta delos toros es que por mucho que nos empeñemoes en simplificar, afirmando que sin el toro autentico nada importancia, la realidad que es terca como mula,nos demuestra que de nada sirve ser valiente en la plaza si en la vida no se está a la altura. Los grandes toreros de verdad son aquellos que han estado en torero dentro y fuera de la plaza. Por ejemplo Antonio Bienvenida. Don Antonio se enfrentó a toda la profesión defendiendo el toro en puntas y se quedó solo. Luis Francisco Esplá, se enfrentó a toda la profesión defendiendo sus derecho a la independencia y el control de las retransmisiones televisadas.
ResponderEliminarDe nada sirve matar diezmil mihuras si luego,cuando llega ekl moemento de enfrentarse a los poderosos, uno se convierte en un propagador de la mentira de la fiesta.
Ser un hombre que se viste por los pies es mas dificil que ponerse un vestido de torero.
No he escuchado los comentarios de Ruiz Miguel de modo que me baso en lo que dicen buenos aficionados de toda mi confianza en el sentido que han sido bastante desacertados. A mí, debo confesar, me importa un rábano y ante mis ojos Ruiz Miguel no pierde un ápice de su valía como torero. Los que lo vimos muchas tardes podemos dar fe que era un torero de una pieza, valiente, técnico y capaz de llegar a hacer el toreo después de haber dominado a un toro bravo. Eso no se lo quita nadie y para mí, el torero pasó a la historia como un grande. No es una simplificación el decir que nada tiene importancia si no hay toro, es el mínimo exigible.
ResponderEliminarAhora bien, Ruiz Miguel tuvo dos características de su personalidad que puede que le estén jugando una mala pasada actualmente en su incursión como comentarista. En primer lugar se retiró sintiéndose un artista incomprendido. Lo que tenía de verdad lo hubiera reemplazado gustoso por el oropel del lucimiento al uso. No se contentó con recibir el Premio Nobel, él quería ganar un concurso de belleza. Y, si bien era capaz de torear con arte (y ante toros bravos y encastados todo es arte) no lucía con las corridas que hubiera querido torear y para las cuales generalmente no lo contrataban. Tiene que ser frustrante ver como compañeros supuestamente finos, pero sin sus recursos técnicos ni su temple, se forran sin arriesgar un alamar mientras él tiene que pasar las de Caín para mantenerse en el escalafón pechando con lo más duro, para que después los menos exigentes le terminen negando hasta su importancia torera.
No es de extrañar, por tanto, que frente a un micrófono se ponga a defender toros de poca presencia y a criticar públicos severos, esos que impidieron que se pudiera subir al carro de los impostores. Le costó muchas orejas en plazas serias pero le reportó un lugar importante en la historia. Curiosa paradoja.
Segundo, Ruiz Miguel nunca fue capaz de decir una palabra de crítica contra un compañero. Esa lealtad, loable pero quizás malentendida, lo llevó a cometer errores garrafales de apreciación. Nadie puede acusarlo de no saber lo que decía cuando hacía declaraciones ante la televisión, estando en activo, en defensa de un torero que simplemente había sido incapaz de dominar a un toro y que había echado a perder lo que llevaba adentro en banderillas, y atribuyendo el fracaso al toro. Sin culparlo, porque era demasiado listo para arriesgar un juicio así (en ese entonces, no sé ahora) pero lamentándose que el animal hubiera cambiado tanto a mal sin aclarar por qué.
Es verdad, como está el patio dicha actitud deja de ser loable y pasa a ser una herramienta más de manipulación, pero contra ella no hay nada que hacer. Está metido en una maquinaria que propicia ese tipo de opiniones y se siente a gusto en ella. Creo que habría que reflexionar y reunir algunas pruebas antes de asegurar que se ha “vendido” y que su opinión tiene un precio, pero no cabe duda que está en su elemento, aquel que los aficionados no le dejaron ocupar cuando toreaba. Por otra parte, empezar una campaña en su contra para desconocerle todo lo que hizo ante miuras (sin hache. Que yo sepa nunca mató a un dramaturgo) o victorinos, porque ahora esté dando opiniones extemporáneas me parece de una injusticia enorme. Como también lo es pretender quitarle a Ortega Cano la importancia que tuvo en el toreo porque en el ocaso de su carrera hizo el ridículo. Creo que las cosas hay que verlas en su justa perspectiva.
Los que vimos a Ruiz Miguel jugarse la vida con corazón y con cabeza, nunca estaremos de acuerdo con que se haga volar su bien ganado pedestal por lo que pueda declarar fuera del ruedo después de su retirada.
Querido Javier, espero que no me bloquees por ocuparte tanto espacio en tu página, pero sentí la necesidad de hacer estas observaciones. Gracias por tu paciencia.
Como siempre, Opsen, se agradece y disfruta tu clarividencia. No obstante permíteme que haga una puntualización. Y es que no puede ser legítimo, por mucho que fuese obviado por el taurineo de su tiempo, cometer tropelía tras tropelía ahora ante los micrófonos e incidir en la propagación de todo lo que estamos intentando eliminar en esta nuestra querida y, a la vez, podrida fiesta. Podrida, sí y entre otras cosas, por desinformadores de la talla del mentado.
ResponderEliminarUn saludo.
Esa foto es en Pamplona con un Miura.
ResponderEliminarLa amistad es una de las mejores cosas de la vida.Nada se puede decir de alguien que guarda en su corazón la admiración y el cariño fruto de tardes inolvidables. Pero la verdad es la verdad, la diga Agamenon o su porquero. El cementario está lleno de buenas intenciones. Si uno es sicero en la plaza y mentirosillo en la vida, la ecuación no cuadra.
ResponderEliminarHay muchos nombres en la fiesta que luchan por sacar sus castañas del fuego aunque se hunda el resto.Si Ruiz Miguel hizo la carrera que hizo fue por su voluntad y las circunstancias que le rodearon. Rafael de Paula fue Rafael de Paula contra viento y marea y Paulova y Pepin Juimenez y El Bote y El Inclusero y cientos y cientos mas.
Pero a nadie le ponen una pistola en el pecho para salir a las ondas dando por bueno lo que no lo es, poniendo como ejemplo de toreo puro, lo que es puro destoreo y utilizando el prestigio ganado en las plazas para tapar las bocas voces discrepantes.
Para mí, Ruiz Miguel dejó el mundo de la tauromaquia el día que lidió los seis toros en Madrid. Insisto en que no he escuchado sus comentarios, pero me imagino que serán homologables a los de Emilio Muñoz o a los de Roberto Dominguez, con la diferencia que éstos quizás morigeran algo su tono teniendo en cuenta que van, o iban, para toda España y no sólo para un público específico más dado a defender a los toreros.
ResponderEliminarNo quiero decir que se le debe aceptar que se haya pasado al taurineo. Es más, debe criticársele acerbamente por eso, especialmente teniendo en cuenta su trayectoria, pero la carrera como torero, para mí, no sufre en absoluto.
Creo que es ilusorio esperar que cualquier artista, de cualquier especialidad, tenga que tener condiciones humanas especiales para ser un buen creador. Son demasiados los ejemplos de hombres y mujeres geniales que privadamente eran y son repugnantes, pero eso no nos ha impedido apreciar su arte.
Ruiz Miguel fue torero, un gran torero. Lo que haga ahora, lo hace después de su retirada. Para mí su carrera como profesional del toreo permanece en el recuerdo como digna y brillante. Ahora, si dice chorradas, se le critica pero no se le niega lo otro porque no tiene nada que ver.
Estoy de acuerdo con Opsen de la cruz a la firma. Si ademas se deja muda la television durante las retransmisiones de corridas de toros (de cualquier cadena) se lleva mucho ganado.
ResponderEliminarLo de quitar el sonido a la televisión, es una medida higienica recomendable que deberia estar patrocinada por la OMS (Organización Mundial de la Salud), pero el razonamiento no tiene un muletazo. Es el mismo que utilizan los taurinos para decir que si a ti no te gustan sus "corridas" o sus "toreros" o sus "toros", con no ir, asunto terminado.
ResponderEliminarY respecto a la catadura moral impresentable de determinados artistas, como justificación, digo lo mismo. No conozco un solo gran pintor o escultor o músico, que haya escrito una sola linea defendiendo la pintura de calendario, la escultura de Lladró o la música de ascensor y gasolinera. Nadie se imagina a un Modigliani que llegó al suicidio o a un Picasso que fue un gran amador, escribir una sola linea elogiosa sobre los pintores de gambas de las vidrieras de las tabernas. Humanamente serian unos malos padres, unos pesimos hijos y unos ciudadanos impresentables, pero ninguno tiró piedras contra su propia obra, defendiendo a los que propagan el fraude y la trampa.
Eso sin contar con que un torero; un gran torero, no es lo mismo que un gran pintor. El torero hace su obra "torturando" a un ser vivo, y por lo tanto su exigencia moral debe ser de un rango superior respecto a aquel que en el mejor de los casos, tortura tubos de oleo o retuerce hierros. El torero en nuestra cultura representa frente al pueblo un arquetipo. El arquetipo del hombre perfecto, con su equilibrio de pasión y razón, con su equilibrio de belleza y razón practica. Ser torero, no es cualquier cosa. Y si uno hace una carrera representando esos valores, merece el respeto y la admiración del resto de seres humanos que desgraciadamente no podemos encarnar tan altos valores, pues o nos puede la cabeza o nos puede el corazón.
Si queremos que la fiesta sobreviva en un mundo dominado por el infantilismo de Walt Disney y el despiadado ansia de dinero, hay que exigir la pureza no solo en el toro.Hay que mirar con lupa tambien a los toreros, aunque no se llamen Jose Tomás.
No creo que debemos convertir esto en un foro pero me parece conveniente hacer algunas acotaciones al último mensaje.
ResponderEliminarEn su excelentemente redactado escrito, el autor anónimo incurre en una idealización totalmente incompatible con lo que estamos discutiendo. Hay muchos casos en los que, dentro de un plano de intelectualidad proporcional, obviamente, grandes artistas y creadores han traicionado los principios que se le atribuían, ya sea con sus hechos o sus declaraciones.
No intentaré cansar también con ejemplos, pero baste mencionar a alguien como Glenn Gould calificando la Séptima de Beethoven como la precursora de la música “Disco”, baste leer los diálogos de Dalí y Avidadollars, en sus caprichosas memorias, baste recordar que Schostakovich fue un representante y defensor del Realismo Socialista y que si no fuera por la inspirada traición de Max Brod nos habríamos quedado sin conocer a Kafka.
Esto traído al mundo del toreo, de un nivel cultural muy distinto, puede perfectamente redundar en fenómenos como el de Ruiz Miguel o Esplá, cuyas declaraciones, incluso estando en activo, contrastaban grandemente con lo que mostraban en el ruedo y nada de eso los hacía peores toreros. Aquí me hubiera gustado referirme al extraño símil de la “tortura” pero debo confesar que no lo entendí.
Tenemos que acostumbrarnos de una vez por todas a que la brecha entre aficionados y profesionales es más grande de lo que nos gustaría que fuera y que, mientras el toreo siga siendo un negocio, no se cerrará nunca. La única forma de acercamiento con los profesionales es a través de lo que muestran en el ruedo. Si nos dejamos descorazonar por las inconsecuencias, lo mejor que podemos hacer es buscarnos otra afición porque en tauromaquia las hermanas de la caridad no existen, salvo en alguna que otra finca comercial, y porque todos los arquetipos del superhombre esgrimidos por los teóricos son ilusorios.
El debate produce luz. Convertir estas paginas en un territorio de respetuoso intercambio de pareceres es lo mejor que se puede hacer en tiempos de monopolios taurinos.
ResponderEliminarPara tratar de zanjar este asunto, voy a defender brevemente "lo ilusorio". Lo que me gusta de las corridas de toros es precisamente lo "ilusorio". Es "ilusorio" acudir tarde tras tarde, año tras año, a una plaza de toros, esperando que a pesar de los pesares, unos hombres cargados de millones, toreando unos animales posiblemente manipulados, nos ofrezcan unos momentos de conmovedora belleza."Ilusorio" es perseguir no ya el "super hombre", sino "el super toro". Cosa que por cierto, conforma el eje central de la lidia.
!Ilusorio" al fin, es aspirar a la perfección en cualquier actividad humana dentro de un mundo "dolarizado". Pero yo soy de aquellos "ilusos" que cuando entro en el quirofano de un hospital, me agarro con todas mis fuerzas a la esperanza de que el cirujano quie me va a intervenir, sea otro "iluso" que considere que la busqueda de la superación de si mismo y la aspiración a la perfección constituyen el eje de su vida.
No es ilusorio esperar heroicidades en un ruedo. Es a lo que vamos a los toros. Lo ilusorio es pretender atribuir esa heroicidad fuera del ruedo a seres de carne y hueso, luces moderadas y cultura justa. Lo que ocurre en el ruedo –es lo que vengo sosteniendo- trasciende los parámetros terrenos y eso es lo que me hace defender a Ruiz Miguel torero, obviando al Ruiz Miguel teórico.
ResponderEliminarEn lo que no nos pondremos de acuerdo es en que un hombre “toreando unos animales posiblemente manipulados” sea capaz de ofrecernos unos momentos de “conmovedora belleza.” Sin toro no hay toreo ni “belleza” que valga. Y no me refiero al “súper toro”, del cual desconocía su existencia, sino al toro de lidia de siempre, con fuerza, casta, trapío y en puntas. No se puede ni se debe exigir menos porque esta fiesta se basa en eso. Para torear de salón no se debe cobrar, ni estoy yo dispuesto a pagar mi entrada.