Feria de ALGECIRAS (domingo 24 de junio). Toros de Alcurrucén para Jesulín, Francisco Rivera y Salvador Vega. Media entrada escasa.
Los Lozano trajeron una corrida bien presentada con fuerza y trapío razonable en plaza de segunda. Toros de escasa clase, algunos con genio.
El lote más difícil se lo llevó Salvador Vega que estuvo dispuesto, valiente y con ganas de agradar. Desafortunadamente, estropeó su labor con los aceros. No obstante, el joven y desconocido matador dejó un buen sabor en la memoria de sus paisanos que agradecieron su arrojo y coraje.
Todo lo contrario de Jesulín, que se despedía del coso de “Las Palomas”: vaya bendito y con Dios. Le ansiamos tantos éxitos en la vida que le ahorren la tentación de volver. Se oye en los ambiente taurinos de los últimos años que el de Ubrique es poseedor de una técnica y tauromaquia posmoderna síntesis de Pepe-Hillo y Antonio Bienvenida. A los que así se manifiestan les deseamos que Santa Lucía les conserve la vista pero que no se la aumente. La aportación cumbre del “jesulismo” está en el campo de la “filología ostentórea gilista” y se resume en dos palabras: “IN-PREZIONANTE”.
Impresionante es la mezcla de incompetencia y desvergüenza torera que alcanzó Rivera Ordóñez que compitió “cum laude” con su hermano Cayetano en el calibre de las broncas. Algunas almohadillas de la paciente afición campo-gibraltareña volvieron a volar por la plaza tras proporcionarle un durísimo castigo en el caballo al quinto de la tarde. Es inadmisible que este torero siga ocupando lugar en los carteles que tan bien vendría a tantos jóvenes matadores despreciados por el oligopolio empresarial.
Jesulín se va sin hacerle sombra al “bombero torero”, lo cual es un contrasentido inexplicable. Rivera debiera tomar ejemplo y si le apetece que haga el paseíllo vestido de luces en los espectáculos “del tomate”, pero sería de agradecer que dejara de estafar a los aficionados que pagan por ver corridas de toros.
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