Foto : Maestro con "cuarto y mitad"
Foto 4: El toreo rondeño hoy
Foto 5: Peluquería fina
EL GOLPE
¿Recuerdan aquella película de Paul Newman y Robert Redford en la que se narraba la historia de un timo en clave cómica? Pues ayer se rodó un “remake” en el coso “Las Palomas” de Algeciras. La que ponía las “estampitas de toro-mocho” fue María Domecq (representante de la ganadería “Lagunajanda”); los productores, los hermanos Lozano (empresarios de dicha plaza), y el reparto estuvo formado por las estrellas Enrique Ponce, Alejandro Talavante y Cayetano, con sus respectivos apoderados y mentores. Los timados, lógicamente, fuimos los nueve mil espectadores que llenamos tres cuartos del recinto. Un timo a nueve mil almas en comandita es una superproducción.
Los toros de Lagunajanda resultaron muy terciados, flojos y descastados: dos de capa castaña, “regordíos” y hundidos; los de capa negra, chicos en el límite de lo impresentable. El sexto (sobrero), vareado de carnes, derribó en el primer puyazo y fue masacrado por el picador en un segundo interminable en el que el toro se empleó con codicia y fijeza. Cayetano se inhibió de la lidia de sus animales y asistió complacido al toricidio de su picador (gran bronca con almohadillas voladoras incluidas). Algún toro presentó, además, un alarmante escobillado de pitones que hacía presumir el ejercicio de “peluquería fina”. Y lo peor de todo fue que esta ganadería sustituía a la de Román Sorando que había sido rechazada por los veterinarios de la plaza (¿¿cómo serían aquellos animales??).
Enrique Ponce fue el más voluntarioso de la tarde. Maestro del medio toro -que se había convertido en cuarto y mitad ya que le tocó un novillejo sietemesino mal parido por la vaca Marcelina- jugó con las querencias frente a un tendido de sol que, tras ver algunos muletazos de muy buen gusto, pidió enfebrecido una oreja incluso antes de que el animalito se echara. Si no llega a errar con el descabello, hubiera salido a hombros y sido invitado a “rebujitos” en una caseta. En cambio, sus imberbes compañeros de cartel, sin llevar en el negocio ni una primavera, demostraron una apatía e incompetencia intolerables. Si bien es cierto que toreaban en un pueblo, la entrada seguía costando 60€ y el género femenino continúa opinando que Cayetano está “de toma pan y moja”. Es lo que tiene la igualdad de género: que salimos jodidos los que no mojamos.
CODA: Incluimos galería fotográfica para que los aficionados puedan completar las imágenes glamourosas que ofrecen los portales taurinos (“Mundochoto” y CIA).
EL GOLPE
¿Recuerdan aquella película de Paul Newman y Robert Redford en la que se narraba la historia de un timo en clave cómica? Pues ayer se rodó un “remake” en el coso “Las Palomas” de Algeciras. La que ponía las “estampitas de toro-mocho” fue María Domecq (representante de la ganadería “Lagunajanda”); los productores, los hermanos Lozano (empresarios de dicha plaza), y el reparto estuvo formado por las estrellas Enrique Ponce, Alejandro Talavante y Cayetano, con sus respectivos apoderados y mentores. Los timados, lógicamente, fuimos los nueve mil espectadores que llenamos tres cuartos del recinto. Un timo a nueve mil almas en comandita es una superproducción.
Los toros de Lagunajanda resultaron muy terciados, flojos y descastados: dos de capa castaña, “regordíos” y hundidos; los de capa negra, chicos en el límite de lo impresentable. El sexto (sobrero), vareado de carnes, derribó en el primer puyazo y fue masacrado por el picador en un segundo interminable en el que el toro se empleó con codicia y fijeza. Cayetano se inhibió de la lidia de sus animales y asistió complacido al toricidio de su picador (gran bronca con almohadillas voladoras incluidas). Algún toro presentó, además, un alarmante escobillado de pitones que hacía presumir el ejercicio de “peluquería fina”. Y lo peor de todo fue que esta ganadería sustituía a la de Román Sorando que había sido rechazada por los veterinarios de la plaza (¿¿cómo serían aquellos animales??).
Enrique Ponce fue el más voluntarioso de la tarde. Maestro del medio toro -que se había convertido en cuarto y mitad ya que le tocó un novillejo sietemesino mal parido por la vaca Marcelina- jugó con las querencias frente a un tendido de sol que, tras ver algunos muletazos de muy buen gusto, pidió enfebrecido una oreja incluso antes de que el animalito se echara. Si no llega a errar con el descabello, hubiera salido a hombros y sido invitado a “rebujitos” en una caseta. En cambio, sus imberbes compañeros de cartel, sin llevar en el negocio ni una primavera, demostraron una apatía e incompetencia intolerables. Si bien es cierto que toreaban en un pueblo, la entrada seguía costando 60€ y el género femenino continúa opinando que Cayetano está “de toma pan y moja”. Es lo que tiene la igualdad de género: que salimos jodidos los que no mojamos.
CODA: Incluimos galería fotográfica para que los aficionados puedan completar las imágenes glamourosas que ofrecen los portales taurinos (“Mundochoto” y CIA).
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