Han sido muchas tardes de gloria las que has dado al toreo, has derramado tu sangre en los ruedos, has dejado retazos físicos en el camino, nos has emocionado con tu enorme valor y tu osadía, te has colocado en el sitio preciso para torear sin importarte arriesgar la cornada, en esta plaza de Madrid que es tuya por derecho y en otras de menor importancia por respeto a la afición, a tu afición, a la que tú formaste con tu toreo sin igual. Has cosechado importantes triunfos, has sido el número uno en opinión de muchos y por ello te respetamos y te queremos, porque has contribuido a que una generación de aficionados tuviera una base sólida donde argumentar su locura por este arte tan peculiar. Y tú siempre tan sencillo, tan generoso, como si no hubieras hecho méritos para ocupar un lugar destacadísimo entre los mejores. Sabemos que hoy has venido a Las Ventas porque tu enorme generosidad, tantas veces demostrada, no quiere privar a esta afición tan tuya de la última ronda de despidos y tú deseabas, todavía más que nosotros, ofrecernos ese toreo valiente y arriesgado que en tantas ocasiones has sido capaz de realizar. No ha sido posible, no has podido porque tu cabeza no te ha permitido seguir el mandato de tu corazón, no importa, ya ha pasado el mal rato, sabemos que el cuarto toro se podía torear pero te ha tenido a su merced y en el último momento en un arrebato te has tirado a matar arriba quizá para que viéramos que no todo estaba acabado, que te quedan arrestos, no te preocupes, ya lo sabíamos. Pero César, si no te encuentras mejor no vuelvas en septiembre, nos despedimos ahora o cualquier otro día sin toros, no te preocupes, vive con tranquilidad, te lo mereces. Nos consideramos sobradamente pagados y correspondidos con tantas tardes que nos has regalado. Ves amigo, hoy también se me saltan las lágrimas como aquellas tardes de antaño cuando salías por la Puerta Grande con tanto merecimiento dejándonos una huella indeleble. Adiós César Jandro viernes, 08 de junio de 2007 |
viernes, junio 08, 2007
César Rincón
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Si, claro, uno tiene sus preferencias, sus gustos, sus recuerdos, sus vivencias, somos mortales y hay cosas que nos marcan mucho, no se puede evitar cuando se vive con el corazón a flor de piel, en cualquier caso estamos orgullosos de ello.
ResponderEliminarOLE Jandro
ResponderEliminarcompletamente de acuerdo, salvo en una cosa: que vuelva en Otoño porque ese torero debe salir de Madrid por SU puerta que es la que atraviesa el 7 con el 8.
Gran post.
un abrazo
Jandro chapó. No se trata de preferencias, sino de justicia.
ResponderEliminarFelicidades y gracias por tus crónicas, las he estado esperando día tras día.
Tu si que te mereces las Puertas Grandes.Insisto felicidades.
Un pedazo de torero que deja un recuerdo irrepetible y que a lo largo de su trayectoria nos regaló con tardes en las que la ortodoxia, el clasicismo, la pureza en el cite y las distancias, el enganchar delante, el cargar la suerte y el rematar atrás, fueron junto con el toro protagonistas de la fiesta. Esa fiesta, que cada vez se vive menos, y que consiste en que un hombre se juegue la vida delante de una fiera, la pueda, la domine y la toree tal y como ha hecho César Rincón en muchísimas e inolvidables ocasiones. Nada más, ni nada menos.
ResponderEliminarExtraordinario, jandro, me has emocionado recordando las tardes de ese MAESTRO.Gracias
ResponderEliminarPgmacias
César ,¡ enseñales !
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