lunes, mayo 12, 2014

A los toros (Chapu Apaolaza)

En el mundo hay sitios y lugares. El túnel de cuadrilla de Las Ventas en San Isidro es de los segundos. Es una puerta entre dos mundos: delante, el vacío físico del ruedo recién rastrillado, pintadas las rayas nuevas como una 'tabula rasa' en la que reescribir la historia de la gloria o de la muerte. Atrás quedan Madrid, los atascos, los gritos de los que venden agua fría, el trabajo, el balance de la empresa en el segundo trimestre y otras tablas de beneficios y pérdidas contables que allí carecen de sentido. Por eso lo buscas y sales del curro como si rompieras las cadenas y tomas un taxi que vuela por la M30 con el estómago como si te hubieras tragado un globo. De pronto, estás a su merced. 'Getting dark, too dark to see, knocking on heaven's door'. Allá en el tendido que se va llenando poco a poco así de lejos crees ver a alguien que falta y si entrecierras los ojos junto al ladrillo se dibuja la fantasma de don Antonio Chenel de espaldas, mirando la luz de enfrente desde otro mundo y fumándose un 'lucky' con el capote ya liado, los pies separados un poco más allá de la vertical de los hombros.
Puedes notar ese olor a humo de puro, a colonia de hombre y si te fijas, sientes esa electricidad que lo cubre todo y que pica en el cuello y en la boca como si mascaras pilas. Así sabe el compromiso de unos tipos que saldrán de allí ungidos en carros de relámpagos, que diría Manolo García, o tumbados en una camilla o, en el peor de los casos, despedazados por el fracaso y la vergüenza. Por nada. Porque en un mundo que se mide en 'Clicks' o en 'Me gusta', ese túnel es un monumento a la inutilidad del arte de la que hablaba Auster, que es la única manera de hacer arte. Allá vamos cada mayo a pasar por esa puerta, a sentir con ellos el abismo delante de los pies, a perder el aire, a notar en la cara el aliento caliente y húmedo de la bestia. A que la suerte nos apunte en la nuca. ¡A los toros!

Francisco Apaolaza en La Voz Digital

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