Una corrida en el tipo del encaste. Saltaban los toros al ruedo y parecía que se iban a comer el mundo. Se les picaba un poco y se derrumbaban.
Sólo hubo uno que no se derrumbó. Este embistió largo y "templadito". Román Pérez le dió dos buenos muletazos e infinitos pases vulgares.
SI LAS FIGURAS LOS PIDEN, por algo sera, acabaran siendo santacolomas amaestrados y los de La Quinta parecido
ResponderEliminarGalucho, allí comentamos que ese modo de derrumbarse no era normal. ¿estarían enfermos?
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