Sobre las reflexiones de Ángel Gómez Escorial (Por Curro)

Nunca nadie me ha hecho disfrutar tanto hablando de toros como el matador Gómez Escorial en “La Tienta”. Cuando se aúna inteligencia, cultura, independencia, honradez, afición, capacidad de expresión y la experiencia de haberse puesto delante de TOROS, surge algo distinto, profundo, completamente alejado del taurinismo oficial, pero también muy alejado del aficionado “fetén”. Encuentro en el entrevistador a alguien que tiene la rigidez propia de los aficionados actuales, ése discurso simplista que contiene la verdad absoluta y se encuentra con una respuesta llena de matices, con el análisis de quién conoce las dificultades de la lidia frente al que pontifica desde el tendido

Rescato, al margen de la respuesta aludida, dos de sus comentarios valientes e inusuales:

1) “Me he encontrado en Madrid aficionados al extremo del torismo que declaraban que su torero era Curro Romero o Paula... No tiene lógica y para mí es hiriente”

Para mí también es hiriente, matador. Tanta hostiada de que sin Toro no hay nada para luego verles abrirse las venas por ver hacer el paseíllo a un marmolillo, con el estilo propio de cualquier cojo pasado de Kilos. Ya está bien de tanta oda hueca.

2) “Los toreros debemos ser distintos y cada día lo somos menos. Estamos encorsetados en ciertos tópicos o mal entendidos cánones que nos hacen citar en el mismo sitio a todos, colocar las piernas igual...”

También de acuerdo. Otra de las “verdades” acuñadas actualmente es que las escuelas taurinas han contribuido a la estandarización del toreo. Probablemente es cierto, pero en mayor medida ha ido en menoscabo del desarrollo de la personalidad de cada torero el exigir que toree todo el mundo de la misma manera. Seamos sinceros, ¿se admitiría hoy en Las Ventas el toreo de Manolete?

Curro