jueves, abril 26, 2007

Antes del cerrojazo


Hoy el Capitán Alatriste y el Papa Negro han preferido no comentar la mansada de Juan Pedro; pero nos mandan el siguiente apunte:

"ANTES DEL CERROJAZO

Sentado sobre una silla de enea, refugiado del calor en el patio de caballos, encontramos a Canito minutos antes de empezar la corrida. Viste el uniforme de faena: camisa celeste, gorra blanca y baraja de fotografías sobre sus rodillas; bajo el asiento, una bolsa con un objetivo más pesado que su delicado esqueleto. Los ojos vidriosos, el pulso firme.
“¿Cómo está usted, Cano? ¿Tiene fotos de Ferrera el sábado poniendo banderillas?”
“¡Uy! De esas hice muchas, pero no las tengo aquí”
Desliza las primeras imágenes del ladrillo: autoridades, gente en barrera, la “jet-set” sevillana con la punta del pañuelo asomando por el bolsillo de la chaqueta. Pero no avanza; retrocede en su barajar, se detiene, titubea…, llegado un punto vuelve a empezar. Va de atrás para adelante observando al maqueado personal. Habla con su voluminoso compañero de asiento, un repartidor de programas de mano.
“Mira al cabezón éste”, alarga el brazo y le muestra una foto. Después, echa pestes de un “cabrón” que en una ocasión lo alojó en un mal hotel.
Se olvida de nosotros. Le falta fijeza, pero conserva casta y genio. Fuera se oyen gritos de vendedores de sombra y una asfixiante corriente se introduce en el patio de caballos. El gentío se agolpa en la calle Iris para dejarse deslumbrar por el oro de los ternos (como si no fuera suficiente la luminosidad de la tarde). Recordamos la letra de una coplilla mientras nos acercamos a la Puerta del Príncipe:
“La sombra, la sombra vendo
¿quién me la quiere comprar?
De dinero yo no entiendo
La doy casi regalá”
El cámara de la grúa del Plus ya ha preparado su “kit” de supervivencia: sombrilla, botellas de agua y “un jerselito pal relente”. Se ata con veinte arneses y lo suben hasta el cielo maestrante. Desde allí arriba no podrá escuchar a los hombres que, apoyados sobre la cal de la plaza, murmuran bajito:
“Entradas pa´los toros, entradas para hoy”
Sin embargo, seguro que le llega el inagotable rugir del vendedor de agua:
“¡¡¡¡Al agua, al agua, al aaaaaaaaaaagua heladaaa!!!!”
Desde la orilla del Guadalquivir, Pepe Luis contempla el fulgurante monte del Baratillo, como un pequeño volcán antes de la erupción. ¡Que no daría Juncal por ver así a su “reina”! La gente ya va entrando en el coso; sólo queda que el bien engrasado cerrojo de la Maestranza marque el inicio de la corrida."
Foto: "Pepe Luis" (venía con el apunte)

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