Recibo un nuevo e.mail de El Papa Negro y Capitán Alatriste:
"LOS CEBADA EXPULSADOS DEL PARAÍSO
Hace unos días pasábamos por los campos de Medina Sidonia aledaños a “La Zorrera” donde pastan los Cebadas, y la primavera exultante habían convertido aquellos previos en el paraíso terrenal. Así se comprende que los toritos de variada capa, husmeando el seco albero y echando un vistazo al personal acomodado bajo la geométrica arquería, se dijeran:
. “¡Qué carajo hacemos aquí expulsados del paraíso! Volvamos a Medina”.
En este trance los Cebada podrían haber sacado el espíritu aguerrido que otras veces les dio fama y plantar cara a los de luces; pero ¡quiá!, soltó don Salvador una mansada de catálogo, “escoja y elija usted que tengo de todo”, como anunciaban los antiguos viajantes.
El primero tenía gatos en la barriga y dio en la manía de arreglarse los cabos a Curro Díaz, que los llevaba en su sitio y según los cánones. Pero “Carterista” unas veces iba al corbatín y otras a la faja con aviesas intenciones. De modo que Curro sin arredrarse se lo quitó de encima con un espadazo certero. Salió el segundo de su lote, de bella lámina, que si sarda o salinera, y se apalancó en el amplio pasillo de salida de toriles embargado en la duda metódica de si me quedo o me voy para Medina. Mas hete aquí que divisó a un esforzado reportero radiofónico allí apostado y el sardo decidió concederle una entrevista. Fue tedioso colocarle los auriculares, pero Juan Ramón Romero, experto en largos Carruseles Taurinos, consiguió la hazaña. Mas un banderillero destripa ilusiones metió un capote y destruyó la conferencia de prensa; conste que el salinero quería explicarse.
A Curro Díaz le sale la torería por los poros, y ayer además quería emular a Costillares, y le endilgó un volapié al hilo de las tablas de padre y muy señor mío.
Fernando Robleño sorteó el peor lote, que ya es decir, y mató a la última, como siempre.
Fernando Cruz tuvo con su primero un lamentable equívoco: salió “Bucarito”, poquita cosa, se puso delante Fernando y en el silencio maestrante resonó tronante un “¡Je, toro!”; pero eso no iba con “Bucarito”, que siempre soñó con ser la vaca Marcelina, y con un susto de muerte cayó despatarrado. El “Bucarito Mariposón” salió malamente del armario; nunca había soñado con toreros de voz recia, él sólo aspiraba a un ramito de violetas.
Fernando Cruz es un pedazo de torero que se llevó con guapeza a los medios al segundo de su lote, allí lo toreó con la derecha, por abajo y con su proverbial buen estilo. Así que el manso, cuando se vio dominado, firmó la rendición y se refugió en tablas. En esos terrenos Fernando Cruz dejó una estocada volcándose en el morrillo.
Así acabó la tarde. Tarde de buenos toreros y mansos de catálogo."
¡Muchas gracias, amigos!
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