Recibo, vía e.mail, la siguiente crónica de El Papa Negro y del Capitán Alatriste:
LA EDUCACIÓN DE LOS CUADRI
Que don Fernando es un ganadero cabal y escrupuloso lo sabe hasta el más lerdo que se pasee por las plazas de la taifa hispana, pero que contrate un master de diplomacia vienesa con el reputadísimo Theresianum para que sus toros sepan comportarse en sociedad es algo de repicar campanas.
Se presentaron los toros impecablemente vestidos, pero sin ostentación que es cosa de mal gusto y se comportaron con nobleza pastueña. Tardearon frente a la caballería armada y alguno hizo sonar el estribo, que es algo así cómo chascar la lengua después del sorbo de manzanilla. (Esa regla de urbanidad hay que corregirla, don Fernando).
Y luego, ¡ay luego!, se presentaban ante los disfrazados de toreadores diciéndoles con suma cortesía:
- “Si te pones en el sitio mis orejas serán tuyas”. Algo así como las tentaciones de Cristo pero por lo cabal y ante notario.
Pero lo que no podían saber los toros de Cuadri, porque eso no se enseña ni en el Theresianum, es que allí no había toreros sino figurantes que asqueaban sus apéndices auriculares tan generosamente ofrecidos. Y aquella comparsa no los entendía, y mira que se expresaban con claridad y en variados idiomas los políglotas toros de Cuadri.
- “A ver Serafín, no me vengas jacarandoso, ponte en el sitio y preséntamela ya como es debido, que nos van a dar las tantas.” Y Serafín y la comparsa que si quieres flores. Pero en cuanto medio se ponían en razón, allá iban los Cuadri humillados, obedientes y haciendo el avión.
Claro que siendo toda aquella troupe procedente del Falla gaditano se entiende todo, pero si el empresario Canorea avisa a don Fernando a su debido tiempo, este hubiese mandado seis cabras disfrazadas y santas pascuas.
Mas siendo esto no una crónica taurina sino un tratado de urbanidad y malas costumbres, reseñaremos los dos únicos “feos sociales” habidos en el evento.
Ambos fueron sufridos por Escribano. Cuando en el tercero, este muchacho bullidor, se empeñó en citar sentado en el estribo un par de banderillas, el toro “Noruego” con la mayor educación y respeto le dijo:
- “Mira Escribano, o te levantas o le vas a poner banderillas al gallo de Morón, de pié toito te lo consiento pero no perdamos las maneras.”.
Dio en ponerse vertical Escribano y según lo prometido ante notario, el Cuadri fue cómo un bendito y le permitió un par al quiebro de lo mas resultón.
El segundo malentendido también le tocó al muchacho de Gerena que en el sexto, después de noche cerrada y dar avisos hasta la Giralda , con mucha parsimonia y prosopopeya cruzó el ruedo y se vino a arrodillar frente a toriles en un intento de portagayola bis ya realizada en su primero( por aquello de si no te gusta dos tazas). En esas estábamos cuando el Cuadri lo vio, se dio media vuelta para que el público admirara su galanura y murmuró despreciativo:
- ¡!! QUE QUEDRAN ESTOS ¡!!.
CODA: La corrida tuvo una duración de dos horas y tres cuartos largos. No se paseó ningún trofeo. Según mis cuentas salimos a 28 minutos de malentendidos por toro. Es de admirar que no hubo ni una mala bronca en la Maestranza, ni un mal silbido ante el coñazo malayo que dio aquella chirigota de toreadores.
Tengo una sospecha ante el silencio y resignación maestrante. Cuando compras las almohadillas estas llevan incorporado un mensaje a modo de propaganda subliminal:
- “A MI PLIN, YO DUERMO EN UN COJIN”
Se presentaron los toros impecablemente vestidos, pero sin ostentación que es cosa de mal gusto y se comportaron con nobleza pastueña. Tardearon frente a la caballería armada y alguno hizo sonar el estribo, que es algo así cómo chascar la lengua después del sorbo de manzanilla. (Esa regla de urbanidad hay que corregirla, don Fernando).
Y luego, ¡ay luego!, se presentaban ante los disfrazados de toreadores diciéndoles con suma cortesía:
- “Si te pones en el sitio mis orejas serán tuyas”. Algo así como las tentaciones de Cristo pero por lo cabal y ante notario.
Pero lo que no podían saber los toros de Cuadri, porque eso no se enseña ni en el Theresianum, es que allí no había toreros sino figurantes que asqueaban sus apéndices auriculares tan generosamente ofrecidos. Y aquella comparsa no los entendía, y mira que se expresaban con claridad y en variados idiomas los políglotas toros de Cuadri.
- “A ver Serafín, no me vengas jacarandoso, ponte en el sitio y preséntamela ya como es debido, que nos van a dar las tantas.” Y Serafín y la comparsa que si quieres flores. Pero en cuanto medio se ponían en razón, allá iban los Cuadri humillados, obedientes y haciendo el avión.
Claro que siendo toda aquella troupe procedente del Falla gaditano se entiende todo, pero si el empresario Canorea avisa a don Fernando a su debido tiempo, este hubiese mandado seis cabras disfrazadas y santas pascuas.
Mas siendo esto no una crónica taurina sino un tratado de urbanidad y malas costumbres, reseñaremos los dos únicos “feos sociales” habidos en el evento.
Ambos fueron sufridos por Escribano. Cuando en el tercero, este muchacho bullidor, se empeñó en citar sentado en el estribo un par de banderillas, el toro “Noruego” con la mayor educación y respeto le dijo:
- “Mira Escribano, o te levantas o le vas a poner banderillas al gallo de Morón, de pié toito te lo consiento pero no perdamos las maneras.”.
Dio en ponerse vertical Escribano y según lo prometido ante notario, el Cuadri fue cómo un bendito y le permitió un par al quiebro de lo mas resultón.
El segundo malentendido también le tocó al muchacho de Gerena que en el sexto, después de noche cerrada y dar avisos hasta la Giralda , con mucha parsimonia y prosopopeya cruzó el ruedo y se vino a arrodillar frente a toriles en un intento de portagayola bis ya realizada en su primero( por aquello de si no te gusta dos tazas). En esas estábamos cuando el Cuadri lo vio, se dio media vuelta para que el público admirara su galanura y murmuró despreciativo:
- ¡!! QUE QUEDRAN ESTOS ¡!!.
CODA: La corrida tuvo una duración de dos horas y tres cuartos largos. No se paseó ningún trofeo. Según mis cuentas salimos a 28 minutos de malentendidos por toro. Es de admirar que no hubo ni una mala bronca en la Maestranza, ni un mal silbido ante el coñazo malayo que dio aquella chirigota de toreadores.
Tengo una sospecha ante el silencio y resignación maestrante. Cuando compras las almohadillas estas llevan incorporado un mensaje a modo de propaganda subliminal:
- “A MI PLIN, YO DUERMO EN UN COJIN”
Muchas gracias amigos.
Foto: Papa Negro y Capitán Alatriste
Una crónica muy Vidaliana y muy acertada, enhorabuena.
ResponderEliminarUn aficionado
Distinta y de agradecer, hay que tener arte para enfocarla de esta forma.
ResponderEliminarEnhorabuena y esperamos muchas más.