Lo más asombroso no es su ilusión, que, como el valor, se le supone, sino su preparación, su oficio, su forma de asentar las zapatillas, de citar y correr las manos, su conocimiento y sus formas, que nada tienen que ver con cinco años de ostracismo. Es un torero hecho y derecho, la viva imagen de quien tiene una larga temporada a sus espaldas y merecedor, por lo tanto, de toda la confianza.
Maneja el capote con soltura y grandeza, y trazó verónicas de gran hondura; bien plantado con la muleta, dibujó redondos y naturales meritorios. No fueron muchos porque su primero era un toro inservible, áspero y deslucido, al que no le perdió la cara; y muy blando el noble quinto, ante el que solo pudo esbozar algunas pinceladas de su concepción torera. Merece mejor suerte este Pepe Moral; le sobran condiciones y actitud. Ojalá haya comenzado para él una nueva vida.
Antonio Lorca
Foto: Javier Arroyo para Aplausos
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