Los picadores no estaban sujetos a ninguna cuadrilla. El caballo era suyo, por lo que se preocupaban muy mucho de sacarlo de la plaza sano y salvo. Y estaban en el redondel durante toda la lidia del toro, interviniendo en cuanto tenían oportunidad. EL rondeño Francisco Romero es e primero que intenta que acaten una disciplina y se pongan a las órdenes de los matadores de a pie.
(...)
Se dice que Luis Corchado entraba en el ruedo con media de seda y volvía a casa, después de haber picado veinte toros tranquilamente, con la jaca completamente indemne. Los tiempos de las carnicerías tardarían en llegar.
Domingo Delgado de la Cámara - Entre Marte y Venus (Breve Hª crítica del toreo) -
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