Hoy,
3 de julio de 2014 se cumplen 100 años de una de las tardes más
gloriosas que ha dado la historia de la Tauromaquia, y no es otra que
el día en el que José Gómez Ortega, Gallito, se encerró en la
Plaza de Madrid con una corrida de toros de la ganadería de Vicente
Martínez.
(...)
El
comportamiento deslucido de los toros de Martínez no fue ningún
impedimento para que el genio de Gelves dictara una autentica lección
de torería y poder durante toda la corrida, más el sobrero que
regaló para deleite de los afortunados espectadores. La corrida,
toda ella, fue lidiada con riguroso orden, sin un capotazo de más ni
de menos. José tiró de repertorio, enfervorizando al público con
garbosos quites, recortes y galleos inigualables, un muestrario de
todo tipo de suertes de capa. Al berrendo “Barrabás” lo paró de
salida con el capote a una mano, imágenes que se conservan y que son
una verdadera delicia para el aficionado. En banderillas dominio
absoluto de las distancias y los terrenos, ortodoxia y clasicismo
máximo en el embroque, cada par era colocado en el morrillo de los
toros con la máxima delicadeza, ¡carteles de toros! En la muleta
proseguía ese conocimiento perfecto del toro, esa difícil facilidad
para conseguir dominarlos con toda naturalidad. Pases por alto,
ayudados, trincheras, molinetes, kikirikís majestuosos… y los
pases ligados en redondo, novedad de la época heredada hasta
nuestros días, cimientos de la faena de muleta tal y como conocemos,
piedra de toque gallista tantas veces desdeñada. Con efectividad
pasaportó los siete morlacos colmenareños, la espada nunca fue su
mejor facultad.
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