Sobre Adolfo Martín

El primer mérito de Adolfo, dentro de un mercado otrora reservado en exclusiva para los ganaderos "de primera", consiste en haber conseguido imponer su marca "de segunda", tras una ascensión comparable, proporcionalmente, a la que condujo a Victorino y a sus hermanos de la nada a la cumbre, donde sólo permaneció el primero. Escapar de la sombra de este gigante para irrumpir, a su vez, en la luminosidad demuestra que posee la misma tenacidad que exhibió su tío, lo que le ha permitido ser algo más que el propietario de unos Victorinos “low cost”, sino todo lo contrario: un ganadero independiente por haber sabido dotar a su vacada de una personalidad única a través de una cepa ya consolidada. La declaración de independencia fue proclamada en el 1991 por Adolfo Martín Andrés, quien, por primera vez, se negó a seguir los pasos de su hermano pequeño, Victorino, que emprendía nuevas inversiones colosales comprando la finca de Las Tiesas. En seguida, en opinión de los aficionados, la aventura de Adolfo se transformó en un desafío comparable al de olla la de barro contra la olla de hierro, sobre todo cuando, en 1992, puso la ganadería a nombre de su hijo, Adolfo Martín Escudero. ¿Qué podía hacer este sobrino, que pocos conocían, contra el aura popular, el carisma y el prestigio de aquel tío genial que, al menos sobre el papel, había conservado la mejor parte de los Albaserradas? Y a la vez que muchos aseguraban que a Adolfo le tocaría un papel secundario en plazas periféricas, emergió poco a poco, hasta el primer plano.

Tierras Taurinas, Opus 22 dedicado al encaste Saltillo 

Foto: Juan Pelegrín