Vía Tierras Taurinas , Opus 22De familia ganadera, José Escolar emprendió un camino diferente al de sus hermanos, todos ganaderos de hatos procedentes de Domecq -su hermana Concha es la esposa de Domingo Hernández-. Él, sin embargo, decidió criar un toro del gusto de la afición: encastado y duro, a veces más allá de lo razonable, pero en ocasiones, también, excelente. “No busco lo bello- suele asegurar-, busco la verdad. Si lo bello viene, que venga…”. Y afortunadamente, muy a menudo, los rudos toros de José Escolar han permitido a varios toreros crear faenas bellas y, sobre todo, repletas de verdad.[…] Como bien dice Pepe Escolar, lo bello no puede nacer sin la verdad. Lo que explica que el manierismo post-clásico que últimamente se ha adueñado de los ruedos por culpa de una generación de toreros que ha buscado la facilidad en exceso -así como de la prensa, que no ha sabido contrarrestar esta penosa involución- nunca ha prosperado frente a los toros de Escolar. Lo bello -¡y anda que lo ha habido!- siempre ha surgido ante estos animales sobre la base del respecto a los cánones fundamentales del toreo. Quizás no necesariamente por gusto, ni por mero dogmatismo, sino porque es la única manera de transformar la fiereza en embestidas moldeables; y la casta indomable, en obra de arte. Resulta obvio que ese camino se encuentra lleno de escollos, y que en un mundo donde prevalece la búsqueda de lo fácil, las asperezas de los Escolares no pueden suponer la debilidad de todos. Por esto mismo, antes que afrontar la casta verdadera, se prefiere sustituirla por lo que hoy llaman bravura, y antaño docilidad. Milagro de la semántica evolutiva. No obstante, estos escollos de la casta, gusten o no gusten, son tan indispensables para preservar la salud de la Fiesta, como los aficionados para financiarla. ¿Qué sería de los Escolares si no existiera la Francia taurina, donde se han vuelto una verdadera institución, hasta en las ferias más toreristas?
Foto: André Viard
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