miércoles, septiembre 18, 2013

La valentía de Aquiles y las pillerías de Ulises (André Viard)



David Adalid aún no estaba en la enfermería, después de haber sufrido dos volteretas trágicas en Nîmes, y en Twitter las críticas ya llovían: "demasiado querer hacer", "demasiado querer brillar”, "finalmente tenía lo que buscaba"... La Fiesta siempre se justificó, frente a los ataques que la acusan de ser cruel, a través de gestos y hazañas realizadas por toreros que hicieron primar su honor antes que su interés, y asumieron situaciones que al común de los mortales produce temor. No busquen más: de esta dimensión nace la grandeza de la Fiesta. Cuando se aceptan gestos, a veces insensatos, el torero se transforma en héroe. Este papel temerario ayer fue asumido por David Adalid.

Después de ser estampado contra las tablas a la salida de un quiebro fallido frente al Miura, a pesar de un cornada que le había atravesado la pantorrilla, llegó a convencer a sus compañeros para dejarlo volver al ruedo. Una locura consciente y asumida. Avisado, duro de patas y sintiendo la presa a su alcance, el Miura no le dio ninguna posibilidad, le cortó el camino, le ganó por la mano y le metió el pitón en la cintura antes de lanzarlo al suelo con una violencia terrible y de pisotearlo allí. Imágenes pavorosas de un hombre visiblemente inconsciente a merced de la fiera.

El desgraciado torero todavía no estaba en la enfermería y en Twitter las críticas llovían. En concreto, iban firmadas por aquellos que no toleran  ver a un subalterno elevarse por encima de su condición para interpretar los papeles principales. Ulises el calculador probablemente decía lo mismo sobre Aquiles el temerario…, y después sabemos cómo se zanjó el asunto. A corto plazo, Ulises y su caballo de Troya, que no era más que una traición; pero a largo plazo, Aquiles quedará en el recuerdo como el guerrero ejemplar y generoso que no vaciló en morir en el combate. De esta doble voltereta,  Adalid felizmente no morirá, pero será criticado de manera indigna por su compromiso admirable. 

Los Ulises modernos dieron prueba de su escasa sensibilidad.



André Viard (Terres Taurines)


1 comentario:

  1. Me lo decía mi abuelo, "El ser torero conlleva a tener valor, hombría, honor, hidalguía, vergüenza, una serie de valores que es muy difícil atesorar, por eso son toreros". Muy pocos, salvo honrosas excepciones, pueden presumir de ello. Adalid sí puede.

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