PLAZA DE TOROS DE SEVILLA. 28 DE SEPTIEMBRE DE 2013. TOROS DE HNOS. GARCÍA JIMÉNEZ PARA EL CID, SEBASTIAN CASTELLA Y MIGUEL ÁNGEL PERERA.
LA MAESTRANZA: PLAZA DE PUEBLO
El titular de la reseña de la corrida de esta tarde en Sevilla no es ninguna novedad. Esta tarde hemos presenciado la confirmación plena de la penosa decadencia de una plaza que siempre fue santo, seña y referencia de toda la tauromaquia.
Hoy en día solo queda en el recuerdo aquellas tardes donde la dignidad y seriedad de los taurinos aún ofrecían mucha gloría para ellos y satisfacción para el aficionado. En la degeneración misma de la actual tauromaquia, Sevilla no queda fuera, y si nadie pone coto a esta deriva, en los próximos años seguirá mermando el número de festejos y lo que es peor la calidad y seriedad de los mismos.
Para empezar, lo toros de Hnos. García Jiménez estuvieron mal presentados. Eran impropios de plaza de primera. Chicos unos, anovillados otros y los más con unas caritas acomodadas de plazas de segunda e incluso tercera categoría. Esto no es lo peor. Lo preocupante es su falta de casta y fuerza. Estas carencias son factores que obligan a los toreros a realizar una tauromaquia desnaturalizada en toda su esencia y en consecuencia prostituida en toda su extensión, pues privan al espectáculo entre otras cosas de suerte de varas, de emoción, y así con un riesgo calculado y controlado hacen llegar a los tendidos mucha mentira que nada tiene que ver con el verdadero sentido de la Fiesta.
La suerte de varas esta tarde se puede calificar de bochornosa y autentica estafa al aficionado o al mero espectador ocasional. Tienen ya tan acostumbrados a los tendidos a estas pantomimas que mucha gente aplaude a los picadores sencillamente por no picar. Por supuesto con estos mimbres, cero quites en toda la tarde.
Cuando estos toros llegan a la muleta, aún sin picar, lo preocupante y lógico es que adolecen de fuerza, pujanza y mínima casta para generar emoción y riesgo.
El Cid es una caricatura de lo que fue años atrás. Su toreo en la muleta contó con ayuda inmerecida de notas musicales, pero ni con esas fue capaz de cortar apéndices. Toreo animoso, pero desviado y sin profundidad.
Sobre Castella mejor no hablar. Sencillamente decir que la temporada que viene merece descanso y reflexión para no venir a Sevilla.
Perera, como ya es costumbre en este torero llega a bien a los finales de temporada y al menos con estos despojos de toros de García Jiménez ofreció lo mejor o menos malo de la tarde. Pisó los terrenos de sus oponentes y obtuvo muletazos, algunos de buen trazo y otros menos buenos. Con ese toreo efectista, valiente, de poca profundidad, obtuvo una generosa oreja que el Presidente nunca debió conceder.
Como no, la banda de Tejera amenizaba con sus notas estas mediocridades de faenas de Cid y Perera. Lo dicho, como en los pueblos.
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