Uceda Leal premiado en Castellón por su faena toro "Baratero" de Victorino Martín
Escribía Barquerito en su crónica del festejo:
Uceda Leal, sereno y suficiente, expuso sin duelo con el primero. Ni tiró líneas, ni se escondió, ni se tomó ventajas, ni se fue de terreno una sola vez. No es que la faena se definiera por lo que no fue, pero esos detalles resultaron relevantes. Muy pequeña la muleta, que no siempre salió limpia en los finales. Un pase de pecho obligado –a la clásica- fue celebrado con gran ruido. El auténtico pase de pechosiempre provoca. La estocada de Uceda fue de las de Uceda: perfecta, letal, sin puntilla el toro.
Antonio Mechó escribía lo siguiente sobre esa faena:
Uceda Leal fue el que mejor toreó de toda la tarde. Al madrileño ya se le conoce, ya se sabe que su concepto del toreo -eso que mucho profesionales relativizan y condicionan a mil factores- es el concepto universal de enfrentarse a los toros de casta brava, donde uno, ante todo, tiene que ser honrado con el animal, consigo mismo y con el público. Ese concepto donde el resultado intelectual y estético no es el mismo si te colocas en un sitio o en otro, si citas de un modo o de otro, si embarcas la embestida buscando una cosa u otra, o si, finalmente, rematas hacia un lado o hacia el de más allá. Y eso que había mucha tela que cortar. En lo único que falló escandalosamente Leal fue en el tercio de varas, donde colocó especialmente mal al primero y regular al segundo. Su primero, el más albaserrada de la corrida, sin ser ninguna alimaña tenía un corto recorrido por ambos pitones -¿fruto de dos varas traseras terribles?-, pero Uceda le encontró la fórmula: el animal solo pasaba al toque -qué lejos de los toritos que van solos como si estuviesen domesticados-, de uno en uno y sometiéndolo por debajo. Así sacó muletazos con la derecha de mucho poder, empaque, emoción y arte. La estocada, la mejor de todo lo que llevamos de Feria, valía por sí una oreja.
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