"Y cayeron los picadores, y quien hizo les caer fue un toro de Gaviria, bravo y pegajoso, que dejó la plaza suspensa de caballos; y viendo el público que peligraban sus garantías, alzó las varas de la resistencia legal.
Y al sonar entre barreras
El consabido tras-tras
Allá repetía el eco
Peligra la libertad"
don Santos López Pelegrín, Abenamar, en una crónica de una corrida de Gaviria en Madrid el 10 de febrero de 1839
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