Hubo dos detalles de torería que, a todos los efectos, sirven para redimir la tarde. El picador Agustín Sanz, en el quinto, se colocó casi en el siete y desde ahí se aproximó al toro dando el pecho del caballo. El toro se arrancó a buena distancia, con la alegre embestida que tenía y Agustín le echó el palo certeramente agarrando un magnífico puyazo arriba. El toro recargó, levantando las manos del penco y el picador le aguantó con fuerza y con bravura, sin rectificar y midiendo muy bien el castigo. En la segunda vara el toro se le vino atravesado y, de igual forma, encontró el sitio y agarró el puyazo moviendo el caballo y dando la posibilidad al peonaje para sacarlo. Gran tercio de varas.
En ese mismo toro (el quinto), el peón Miguel Martín puso dos buenos pares de banderillas, andando al toro con seguridad, sacando los palos de abajo para reunir en corto y en la cara y salir andando, como se debe hacer. Vaya en mérito de Leandro el llevar buenos toreros en su cuadrilla.
No hay comentarios:
Publicar un comentario