martes, abril 19, 2011

Nunca es tarde si la dicha es buena


Angel Solís es el crítico taurino del periódico "El Heraldo de Aragón" que ha sufrido la siguiente evolución en su trayectoria, el que tenga menos tiempo que vea lo que pensaba en el 2009 y lo que piensa en 2011:

Añ0 2008: "(...)Si llego a estar de presidente no paso ni un toro. Lo juro, de una corrida concurso, al menos debe contar con algo aparente: toros con pinta de toros. Ninguno de los que salieron por chiqueros fueron dignos de una plaza de primera. Ni de coña. Vulgares sobreros de feria lidiados en una limpeza de corrales a final de temporada. Y ni eso.
La media plaza, escasa, fiel, condescendiente, se quedó perpleja y muda al ver que seis caracolillos competían por el premio al toro más bravo. Ninguno, repito, debió pasar el conocimiento. Ninguno tuvo hechuras, excepto el primero, acapachado y bien construido. Sin cara y sin rematar el resto. De pueblo. De talanquera y no por culpa de la autoridad que es incapaz de "cargarse" un espectáculo de altos vuelos como la corrida concurso de Zaragoza. Tampoco entiendo la sin razon de los premios. Una cosa es que un toro, con perdón, acuda al paso cinco veces al caballo -el de Prieto de la Cal- y se luzca, y otra muy distinta, el que el de Fuente Ymbro vaya trotando -y con alegría- cuatro veces, no se vaya suelto e incluso romanee y no sea de ovación.(...)"

Año 2009: "(....)Por mucho que se empeñen los cuatro del cuatro, la bravura no se mide solo en el caballo. No. El toro bravo tiene su tiempo y su duración en todos los tercios. El toro bravo debe desarrollar todos los condicionantes para el indulto, que es de lo que se trata en una concurso.(...)"

Año 2010: Año de reflexión sin juicios de valor, no estaba el orbe taurino para zarandajas ese día tras lo acaecido en Aguascalientes.

Año 2011: "(...)Es una pena que todos los 'enfandilados', amantes de las figuritas de papel, no se asomen a las taquillas de la Misericordia para emocionarse con la lidia de un toro bravo. O de dos. Mejor aún. Este espectáculo, el de ayer, sin tanto aditamento de poner en suerte a los toros en el caballo, debe ser el habitual y no otro. Cierto es que un animal no puede estar 20 minutos escarbando y pensándose si va al caballo o no; pero no es menos cierto que si cada tarde los del castoreño ejercieran su profesión, esto sería otra cosa. Y si un par de esos torerillos de arriba del escalafón, tan glosados y alabados por echar la pata atrás, fueran capaces de lidiar un toro, como cualquiera de los de ayer, el público acudiría a 'emocionarse', a ruborizarse y a ponerse de pie con cualquier episodio de la concurso. Así está esto...(...)"

y yo que me alegro.

Foto: Heraldo.es

1 comentario:

  1. Ultimamente algunos revisteros del puchero van cambiando el discurso, hasta hoy he escuchado uno criticar a J.P. Domecq por el toro artista cuando tantas veces han cacareado las faenas de las figuras a estos animales sin mentar las supuestas manipulaciones.

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