LA TABLA PERIÓDICA DE LOS TOREROS
“Fe”, símbolo del hierro en la tabla periódica de los elementos, proviene del término latino “ferrum”. Ferrera, al igual que el hierro, presenta propiedades magnéticas y es un buen conductor del calor. En un tercio de banderillas, por ejemplo, atrae todas las miradas y consigue elevar varios grados centígrados la temperatura de la plaza. En tardes otoñales como las de hoy, en las que el respetable está hasta los mismísimos, las capacidades físicas de Ferrera son recibidas como agua de mayo (y nunca mejor dicho).
Hasta el tercio de banderillas de Ferrera andábamos todos en la parra. Los más con sueño y los menos borrachos como una cuba (durante la lidia del quinto, un caballero, con sendos cubatas en la mano, hizo un quiebro justo delante de nuestra localidad). Pero cuando asomaron los garapullos extremeños, los tendidos entraron en un proceso de ebullición irreversible. Hubo tres infartos en cadena: el del retrovisor, el del quiebro por los adentros y otro aún sin bautizar… Ferrera en estado puro. Y el camión de los bomberos en la Puerta Grande, por si ardía Las Ventas.
“Choperita” tuvo la genialidad de meter en el cartel a Clark-Encabo Gable que, con sus asas, levantó una corriente aérea para que aquello no prendiera mecha. Como reza el refrán popular: “¿Qué es el viento? Las orejas de Encabo puestas en movimiento”.
Pero Ferrera también anduvo digno en la muleta. Atropellado a veces, fue un compuesto de arte, electricidad y bragueta. Afición y presidencia, para algunos rumbosos en exceso, lo premiaron con la oreja de “Tequila”, el sexto manso de José Luis Pereda. A todos los toros les habría venido bien aquello de “¡¡Ay, Jalisco, no te rajes!!”.
La noche acabó con el infalible compuesto químico “Ferrera” recogiendo del albero claveles rojos que ardían en sus manos. Y la gente, un poco más despierta, se marchó calle Alcalá arriba, sin notar el frío de esta primavera invernal que nos azota.
Fotos: Paloma Aguilar
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