TORMENTA

Salía por la puerta de chiqueros el cuarto toro de la tarde cuando retumbaban los truenos, la ventisca volteaba los paraguas y la lluvia racheada despejaba los tendidos de las Ventas, pero había un torero en el ruedo, se llama Juan Bautista, un torero con pundonor, valor y ganas de torear y aunque parecía imposible en tales circunstancias, ha trazado las líneas maestras de una faena meritoria sobre todo si tenemos en cuenta la manta de agua que se precipitaba sobre el ruedo y el viento racheado que la acompañaba. Ha cortado una oreja por su arrojo y decisión. Ignoramos por qué en su primer toro con el ruedo seco y el viento en calma ha sido incapaz de dar un solo muletazo de mérito, ni colocarse una sola vez en el sitio adecuado para torear. Podría decirse que hemos visto dos toreros distintos, o que las dificultades han logrado aflorar el afán de superación y la vergüenza torera de Juan Bautista. El cielo lloraba lágrimas amargas visto el desastre perpetrado por la ganadería que ha traído sus toros a la plaza: El Puerto de San Lorenzo, o la Ventana del Puerto como parece que se llama ahora. Se han devuelto los dos primeros toros y el segundo sobrero de Juan Valenzuela, pero todos han rodado por el suelo incluso antes de picar y han manseado en exceso. Indignos de esta plaza y de cualquier otra. Van tantas tardes de toros indignos que ya no nos sorprende. Sebastián Castella ha comprobado hoy la diferencia entre torear a una babosa inválida con la que ha intentado ponerse bonito y que le ha privado del triunfo fácil con borrego por su excesiva debilidad y un toro manso con dificultades que le buscaba y al que no ha sabido corregir su gazapeo, que le ha cogido, afortunadamente sin consecuencias, le ha desarmado un montón de veces, le ha dejado sin torear, ha matado de bajonazo y ha conseguido despenar al quinto intento, hemos visto un torero pasando las de Caín en cuanto tenía enfrente un toro con dificultades. Y le han dado la oreja. El torero ha estado valiente a la desesperada, intentando lo imposible sin lograrlo y sin encontrar la receta para este tipo de toro. Y le ha dado la oreja un público entregado, no sabemos si a Castella, o a la peripecia en que ha convertido la faena. Es imposible hacer comprender a una masa orgullosa de su ignorancia la sinrazón de sus opiniones. Ha confirmado Ambel Posada, de familia de toreros, necesita placearse mucho antes de volver a las Ventas o volverá a pasarlo tan mal como hoy. Le hemos visto con ganas y voluntad, queriendo agradar pero sin recursos. Este es año de tormentas, a ver si cambian de hora y no nos pillan en la plaza que luego a la salida nos mojamos. Jandro martes, 22 de mayo de 2007