PUERTA GRANDE III

La moruchada de Valdefresno, compuesta de seis animales inválidos, ha pasado por las Ventas sin que se devolviera un solo toro al corral. Las escasas protestas de un público festivalero y la inhibición del Presidente han permitido torear reses moribundas en detrimento de la ética que sustenta la fiesta y que justifica el sacrificio del astado: su integridad.

Un espectáculo lamentable en el que han colaborado activamente dos espadas: Miguel Abellán y Sebastián Castella, sobre todo el segundo que ha maltratado a un pobre animal exhausto que caía constantemente intentando no se sabe qué toreo a pesar de las protestas del público que no deseaba contemplar tan lamentable espectáculo. Su comportamiento, indigno de un torero, denigra la fiesta y la pone a la altura de espectáculos tercermundistas denostados por todos.

En el mundo del toreo hay que estar preparado para las decepciones, tantos toreros y tantos toros a lo largo de la historia han resultado inferiores a la valoración estimada en un momento dado que no nos choca una más, pero siempre que ocurre lo sentimos y lo lamentamos:
Hoy Castella nos ha decepcionado, hoy Castella a pasado a engrosar el abultado escalafón de los pegapases, comandado por el inigualable Enrique Ponce, y se ha caído del de toreros, como ocurrió con Ponce hace muchos años, y esto nos produce un gran pesar.
Y lo decimos hoy que ha abierto la puerta grande de las Ventas por la que le habrán sacado a hombros después de torear un inválido al hilo del pitón, sin cargar la suerte, perdiendo pasos y sin dominio. Pero eso sí, gustándose mucho, recurriendo a todos los trucos para adornarse y engañar al público. Y lo ha conseguido.

El toro al que Castella ha desorejado era un inválido, manso y descastado, y así se ha comportado durante toda la lidia hasta llegar a la muleta, a patir de ese momento ha empezado a embestir él solito adelantándose incluso al cite del diestro que en las primeras series por el pitón derecho se ha limitado a aprovechar el fácil viaje del toro: directo a la muleta donde metía la cabeza sin peligro. La faena ha ido rebajando intensidad a medida que el toro perdía fuerza y al citarle por el pitón izquierdo que no lo tenía tan entrenado. Castella ha matado con una buena estocada y el toro ha muerto de pie, es decir, como bravo aunque eso sí, en la puerta de corrales. Todo un logro de los piensos, supongo.

Miguel Ángel Perera ha resultado cogido de un puntazo en su pierna derecha cuando procedía a realizar el primer y único quite artístico de la tarde al primer toro. Tal y como ha ocurrido el percance podría pensarse que Perera quería largarse de allí, porque no se explica su insistencia en ponerse delante del toro, citar con el capote a la espalda y no rectificar posición ante la llegada del astado. Deberían haberle dicho que aunque moruchos e inválidos, tienen cuernos y si te interpones en su camino cogen, aunque no demasiado porque si el toro hubiera hecho por el torero podríamos estar hablando de una tragedia.
En cualquier caso deseamos a Perera una pronta y completa recuperación.
Miguel Abellán ha ofrecido un espectáculo cansino y aburrido con los tres toros que le han tocado en suerte, faenas vulgares a inválidos vulgares. No acabamos de ver a este torero cuajar una faena digna de lo que esperamos de él, quizá algún día.

Después del lamentable espectáculo de Castella con el cuarto hemos pensado abandonar la plaza, todos deberíamos habernos ido y dejarle solo con el sexto, así quizá hubiera tomado conciencia de la ignominia perpetrada, pero somos débiles y nos hemos quedado.
Como penitencia mañana no vamos, descansamos que falta nos hace.

Jandro
18 de mayo de 2000