“son toros de los que necesita un torero para acreditarse. Haga usted una faena con un miura y la cuesta arriba le parecerá cuesta abajo. ¿Pero qué más quiere un torero que consagrarse con un miura? Yo no se a que viene el recelo con estos bichos. De mi puedo decirle que no les he hecho ascos nunca”.
Vía: Taurología
Pero el miura en toda la extensión que taurinamente se da al término, existe, pero El Gallo pensaba que “es como el gordo de la Lotería. Que sale uno de uvas a peras. Y cuando sale...¡la fin del mundo! ¿No le he dicho que es como el gordo? Al que le toca, le toca. Yo, en toda mi vida por las plazas, no he visto más que dos miuras-miuras. Con la marca de la casa. ¡Qué dos! El uno le tocó a Paco Madrid, y cuando el hombre cogió la muleta, ya había mandado la fiera cuatro a la enfermería; como sería el maldito, que la gente volvía la espalda y pedían que no lo matara. El otro le tocó a Vicente Segura. Yo estaba en el tendido y me salí para no verlo. Le cogió al entrar a matar. Eran toros que parecía que llevaban una persona dentro, de lo bien que discurrían. Una persona con muy malas intenciones”.Y venía a concluir rotundo que si uno de esos le hubieran tocado a él, no habría pasado nada: “No me hubiera pasado nada porque me habría ido a casa. Se puede luchar con animales, con más o menos instinto, pero cuando el animal tiene cerebro y piensa, igual o mejor que usted y que yo, no hay nada que hacer”.
“Todos los miuras que yo he visto --concluía-- han salido buenos, menos esos dos. ¿Por qué iba a tenerles prevención? Si con muchos de ellos he hecho las mejores faenas de mi vida… Con los miuras, lo que hace falta es que no tenga uno la mala pata de que le toque el especial, el que justifica la leyenda negra. Y eso, como ha visto usted, es muy difícil”.
Dibujo: Diego Ramos
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