miércoles, agosto 23, 2006

El sindicalista

Hay una figura en la Tauromaquia, bastante desconocida para el aficionado, es el banderillero sindicalista, desconozco si la figura es de nuevo cuño, o viene actuando de lejos, voy a ponerles en situación, en una novillada sin picadores, según el reglamento taurino, o el convenio, no sé exactamente la figura que lo obliga, si el matador actúa ante un único novillo está obligado a llevar consigo dos banderilleros, que según la tabla de salarios mínimos en una plaza portátil, tiene que pagar 260 euros a cada uno, suponiendo que a un chaval le ofrecen torear si se paga el los gastos, tan habitual como vergonzante, al chaval le cuesta 520 euros, a lo que hay que añadir los gastos de desplazamientos, los de alojamiento, que habitualmente se pueden ahorrar si el ayuntamiento colabora cediendo algún espacio para ello, suponiendo que no se lleva mozo de espadas y algún amigo te ayuda en ello, si a esto le añadimos que en fechas como agosto y septiembre hay toros en todos lados, y mejor pagados, en ocasiones es díficil tener dos banderilleros, dicho esto te presentas en la plaza con uno, y ese día decides poner tu banderillas para que las otras cuadrillas no se vean alteradas por ti.

Entonces es cuando aparece el sindicalista, figura que uno siempre asociaba a las desigualdad, a la busqueda de la justicia y no al legalismo, el banderillero sindicalista tiene perfil amargado, y como buen cobarde, se ensaña contra el más debil, amenaza con denunciar al matador, supondría una sanción de 600 euros y la inhabilatación por lo que resta de temporada para él y para el banderillero que viene con él, pero nada dice de la injusticia que provoca la situación, eso le da igual, el sólo sabe que las cosas no son asi, según su sindicato, la justicia es lo de menos, además el sólo tiene fuerzas para contra el débil, tampoco tuvo valor para no hacer el paseillo como ladraba, su mayor éxito es que, a lo peor, ha conseguido que ese chico no vuelva a torear este año.¡Enhorabuena!

Evidentemente después uno se entera que el sindicalista ha comido mucha mierda, que es la que provoca esa amargura.

Hay un refrán que me gusta para estas situaciones, "Arrieros somos, en el camino nos encontraremos".

PDTA: Disculpen que no cite nombres.

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