"Sin que se pueda realizar aquí la historia y prehistoria de la Tauromaquia, la figuración del encuentro entre el hombre y el bovino es inquietante en la pintura de la cueva de Villars, donde el hombre hace frente a la bestia con un aspecto de matador, agitando posiblemente en la mano derecha algún señuelo que desviará la rabia del animal".
George Charrière en 'La revista de la historia de las religiones' de 1968
otros paleontólogos como Gilles y Brigitte Dulluc, que pese a afiliarse a sus teorías meramente descriptivas no dejan de maravillarse. ¿Qué es lo que el hombre porta en su mano, un arma o un señuelo? ¿Y la mancha roja a la derecha de la escena? La actitud del sujeto es gallarda, desafiante, valiente, "hasta el punto de recordar a un banderillero español, a un 'ecarteur' landés, a un 'forcado' portugués, a un 'razeteur' languedonciano, a un recortador...", subraya la publicación 'Tierras Taurinas', que ve la luz en España este viernes.
Vicente Zabala
"si en vez de un hombre desafiando a un toro, burlándolo o muriendo por una cornada, se hubiera descubierto a un Cro-Magnon tocando la flauta se hubiera convertido en un símbolo universal para la humanidad" y probablemente en el primer músico. "Pues el primer hombre" -continúa el editor de 'Tierras Taurinas'- "que pintaron nuestros antepasados lejanos, guste o no, fue un 'torero'".
André Viard
No pretendo entrometerme pero, para concederle a la Tauromaquia una oportunidad de sobrevivir, tenemos la obligación de demostrar que sus raíces se hunden en los principios de la humanidad, y que como tal, constituye un patrimonio que debemos preservar a nivel mundial.
André Viard
Nota: todos estos textos los he copiado de los artículos de Vicente Zabala y André Viard publicados hoy en El Mundo
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