Manso,
huidizo, listo, con 600 kilos en los lomos y más elasticidad que un
gato flaco, Cantinillo, último toro de la corrida y de la feria,
sembró el pánico, primero en el callejón donde amagó saltar varias
veces antes de decidirse y de fallar, antes de sembrarlo en el ruedo
donde nunca hizo las cosas por derecho. Vino a traición al caballo
montado por Gabin Rehabi, huyó como un desesperado en cuanto sintió el
bocado del hierro, y así hasta cuatro veces, quedándose sin embargo
crudo como se suele decir. Con un par de, Gabin, tal como lo hacían
los picadores de la edad romántico, lanzó el asalto hasta el mismo
centro donde, con toda la ventaja, Cantinillo lo levantó con su
montura hasta el tejado y lo tiró cinco metros más allá ; ahí sí
Cantinillo volvió a la carga, contra el hombre y el picador
indefensos, pero Bonijol, este ángel de la guardia de los caballos
toreros, velaba. Se interpuso y por poco se lleva la cornada, levantó al caballo, lo sujetó, lo ayudó, empujó con él para compensar la
carga del toro traicionero, y cuando este vio que no había manera,
otra vez huyó.
(...)
Después
de salir Lamelas bajo una ovación fenomenal, llamaron a Bonijol para
saludar desde el centro del ruedo, y justo después, peto quitado,
este maravilloso caballo negro llamado "Destinado", protagonista del
último tercio, dio una vuelta de clamor, más fresco que un potro.
Bonito gesto, del que seguramente no se harán eco los revistosos del puchero.El caballo es una maravilla y se ve que tiene doma. Lo único lamentable fue la actuación del picador Gabin Rehabi durante el tercio de varas saliendo al medio del ruedo con la cabalgadura en busca del toro, a modo de jinete lanceador.
ResponderEliminarPues es de agradecer ese valor y esa profesionalidad de Gabín Rehabi:
Eliminar"A nadie descubriremos, probablemente, que la primera de las rayas se trazó en el ruedo como salvaguarda para los picadores, que no deseaban verse obligados, como tantas veces lo eran por los inmisericordes públicos de antaño, a abandonar el cálido refugio de las tablas, para buscar a los toros que había que picar hasta en los mismos medios. No obstante lo cual, a los picadores que realizaban tales búsquedas de forma libre y espontánea se les agradecía el acto de valor y profesionalidad de forma especial"
Rafael Cabrera http://recortesygalleos.blogspot.com.es/2012/05/eso-de-las-rayas.html
Javier, tu aportación es bien útil para mostrarnos un punto de vista objetivo que permite apreciar con mayores elementos de juicio, la valentía y entrega de Gabín Rehabi, poco usual en esta moderna tauromaquia, donde ni la suerte de varas escapa de las transformaciones que a fuerza de repetir, se toman como válidas.
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