La novillada, bien presentada y en hechuras de embestir, tuvo de todo. Novillos con genio, otros bravos y encastados, alguno más flojo, pero con la variedad y la emoción que da un animal con peligro, delante del cual todo lo que se haga se respeta y tiene importancia.
(...)
David de Miranda estuvo en novillero. Se dejó pegar dos volteretones y volvió a la cara del toro como si nada. Su lote también era exigente y toreó templado con la izquierda al primero, donde perdió trofeo por matar mal.
Ignacio Sánchez-Mejías ( aquí la crónica completa )
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