En Francia, se matan toros en un centenar de municipios de los 36 680 existentes. Este dato habla por sí mismo : Francia no es un país taurino, sino un país donde algunas comarcas han luchado por preservar su cultura.
Su empeño quizá se deba a que en Francia, hace aproximadamente 20 000 años, concretamente en la imponente catedral geológica de Villars, un hombre de Cro-Magnon pintó la primera Tauromaquia de la prehistoria. En Roc de Sers, fue grabada la segunda escena de un asombroso tríptico que se remató 2 000 años después, con la tercera imagen, dibujada en Lascaux.Si en vez de un hombre desafiando a un toro, se hubiera descubierto a un Cro-Magnon tocando una flauta, a buen seguro, este músico primigenio se habría convertido en el símbolo universal de la humanidad. Sin embargo, el primer hombre que pintaron nuestros antepasados lejanos, guste o no, era un «torero».Partiendo de las citadas cuevas, este viaje por Francia permite entender la idiosincrasia de las tres grandes regiones taurinas –la Gascogne, el Languedoc y la Provence–, deteniéndonos en una ganadería en cada una de ellas.Así, comprenderemos como, gracias a la afición de la emperatriz Eugenia de Montijo, esposa de Napoleón III, a mitad del siglo XIX, la Fiesta española se impuso en Francia, donde existían, desde la Edad Media, dos tauromaquias primigenias basadas en razas autóctonas. Por supuesto, este recorrido también permite entender como, con grandes dosis de pasión, el Sur consiguió imponer sus fiestas taurinas en contra del poder central, hasta conseguir la inscripción de la Tauromaquía en el Patrimonio Cultural Inmaterial de la nación.
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