Matar o morir
Se torea como se es. Lo sentenció El Pasmo de Triana, que de personalidad andaba sobrado. Abril, que ya se fue entre azahares y vencejos, nos ha dejado un ramillete de toreros anodinos; apáticos; inexpresivos. Yerran por el ruedo y no dibujan ni su huella sobre el albero. Daniel Luque, derrocado en la encerrona del Domingo de Resurrección en Las Ventas. Sebastián Castella y Miguel Ángel Perera, diluidos en la lluviosa Puerta del Príncipe de El Juli. Sombra. Olvido. Nada.
Por eso sorprende tanto ver a un torero con sangre en las venas. Uno que, ante un rebaño de marmolillos que no sirven ni para carne, le echa reaños en el último minuto. Porque hay que subirse al tren como sea. Incluso en plancha. Igual que la estocada de Iván Fandiño al quinto Guardiola. Matar o morir. No queda otra. La vehemencia de un sablazo bastó para poner al público en pie. La fascinación por comprobar que todavía queda alguien que siente y padece. Ya lo avisó toreando de capa. Gustándose. Arriesgando. Queriendo.
(La foto es de Burladero).
Me gusta este post. No me gusta Fandiño, aunque le reconozco sus güebos y sus ganas, intachable en ese sentido. Pero es que si no tuviera eso no sé que le podríamos pedir...
ResponderEliminarLEAL A UCEDA
te hubiese gustado con el capote, ganando terreno al toro
ResponderEliminarSi toreara más, estaría más suelto
ResponderEliminary veríamos un torero distinto con más clasicismo y arte, Yo todavía me acuerdo de un mercedes gris que
tenía con una gran pegatina de Camarón en la parte trasera.
Este torero se ha echo por los pueblos de Guadalajara toreando todo tipo de ganado de edad y condición y ahora le suelen tocar corridas "duraa", en las que uno va con más precaución y es más dificil para un torero relajarse y mostrar el arte que lleva dentro.