Allí, el pasado lunes y en el ruedo de las Ventas, me hubiera gustado verlos. Delante de unos novillos después de llevar más de mil toros pasaportados. Sí, a todos los que van diciendo que son figuras del toreo. A los que se pasan la temporada poniéndose exclusivamente ante “nuñez del cuvillo-zalduendos-victoriano del río-etc...". Esos que a la tercera tanda se han parado y les permiten toda clase de intromisiones en los terrenos del toro claudicante, meterse entre los pitones y salir de la cara en plan Cid Campeador tras haber vencido a las hordas moriscas.
Allí, delante de los santacolomas de Moreno Silva, seis auténticos regalos que salieron pidiendo carne de torero y acabaron dando casi el pasaporte. Novillos del trazo de los toros del siglo pasado. Duros de patas, difíciles, listos, mansurrones, a la caza del hombre, sin abrir boca ni entregarse, con las fuerzas guardadas, resoplando cloroformo o lo que se utilice ahora, pidiendo lidia, poder y no posturas.
Allí hubiese querido ver quien era el valiente que se atrevía a ponerse bonito y le acariciaba los pitones con la banda de la taleguilla. Posiblemente en la oscuridad de los bajos del escalafón habrá algún valiente desaprensivo y desesperado de la fortuna de los que están dispuestos a matar o a morir con tal de darle la vuelta a su tortilla taurina que hubiese sido respetado pero difícilmente hubiera triunfado.(...)
Juan Ángel Franco (Diario Hoy)
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