Leo hoy a Antonio Lorca en El País:
¿Qué está pasando? ¿Qué ocurre para que algunos de los toreros más interesantes del escalafón pasen por esta feria con mucha pena y ninguna gloria? ¿Qué pasa para que se les haya olvidado qué es el toreo, lo que es parar, templar y, sobre todo, mandar?
Es una muestra inequívoca de la decadencia que está viviendo la fiesta. Es gravísimo que no haya toros; pero no lo es menos que no haya toreros. Porque una cosa es dar pases, y, otra muy distinta, torear. Los que hoy se visten de luces y cortan orejas y rabos por esas plazas de provincias lo hacen ante toros supuestamente desmochados y públicos divertidos y alegres sin exigencia alguna. Y llegan a Madrid y hacen lo mismo. Y dan miles de pases insulsos que no interesan a nadie, y se colocan mal -a consecuencia de una mala y fea costumbre- y parecen no entender cómo la plaza no hierve con su faena. Han perdido la concepción fundamental de lo que es el toreo; quizá es que se ha perdido y sólo aparece de higos a brevas y la gente cree estar asistiendo a un milagro. Quizá, sea así.
¿Qué está pasando? ¿Qué ocurre para que algunos de los toreros más interesantes del escalafón pasen por esta feria con mucha pena y ninguna gloria? ¿Qué pasa para que se les haya olvidado qué es el toreo, lo que es parar, templar y, sobre todo, mandar?
Es una muestra inequívoca de la decadencia que está viviendo la fiesta. Es gravísimo que no haya toros; pero no lo es menos que no haya toreros. Porque una cosa es dar pases, y, otra muy distinta, torear. Los que hoy se visten de luces y cortan orejas y rabos por esas plazas de provincias lo hacen ante toros supuestamente desmochados y públicos divertidos y alegres sin exigencia alguna. Y llegan a Madrid y hacen lo mismo. Y dan miles de pases insulsos que no interesan a nadie, y se colocan mal -a consecuencia de una mala y fea costumbre- y parecen no entender cómo la plaza no hierve con su faena. Han perdido la concepción fundamental de lo que es el toreo; quizá es que se ha perdido y sólo aparece de higos a brevas y la gente cree estar asistiendo a un milagro. Quizá, sea así.
Foto: Cabrera (Burladero)
Ya están los madrileños hablando despectivamente de "provincias".
ResponderEliminarEntérense: Hay exigencia, seriedad y toros fuera de Madrid.
Y Madrid no es el paraíso. La plaza tiene muchos defectos, como todas.
QUE VERGUENZA, la oreja de ayer, pero habia pañuelos suficientes?
ResponderEliminarSí. Había pañuelos.
ResponderEliminarEl Presidente hizo bien en darla.
En todo caso se equivocaron los que la pidieron.
A diferencia de otras opiniones, para mí no es que Perera estuviera mal. Pero una oreja en una plaza de primera debería ser otra cosa.