El Juli y Castella, dos de los toreros más buscados en los carteles, dos toreros que cobran de verdad cantidades que asustan, dos toreros que arrastran a la plaza a todo tipo de público, curiosos y aficionados, se presentan en Madrid junto a Daniel Luque y eligen la ganadería de Garcigrande, la eligen ellos dos, El Juli y Castella porque estos dos toreros eligen los toros a los que se enfrentan, es un privilegio de su condición de figuras, y el tercero Daniel Luque se apunta sin dudarlo tratando de imitarlos para llegar al nivel de figura estelar del toreo que los otros dos ostentan.
Y los tres hacen el más espantoso de los ridículos en el ruedo de las Ventas, pegapases parecen que no toreros.
El sistema está podrido ¿cómo es posible que los propios toreros elijan ganadería, envíen a sus propios veedores para seleccionar y decidan qué toros torean y enciman queden en entredicho?
La ganadería elegida está controlada como ellos muy bien saben, sus toros grandes y robustos en apariencia no son bravos ni mansos, se diría domesticados, amaestrados, programados para cumplir con su trabajo de embestir sin rechistar. Les han despojado de su condición, de las características básicas de los toros bravos, no tienen casta, son borregos carentes de arrojo y codicia, se dejan hacer, acuden a los engaños y a los castigos sin molestar y repiten sin una sola queja cuantas veces se les requiera para ello, no amenazan con sus defensas, casi piden perdón si tropiezan por error con algún torero, seguro que allí en el campo acudían a la llamada del mayoral a comer de su mano.
Y los toreros pasan por allí y les citan si no se arrancan directamente sin más preámbulos y pasan junto a ellos y ponen capas y muletas en su camino y se enseñorean y presumen de su acción cuando resulta un espectáculo descafeinado, degradado, carente del más mínimo interés artístico ni de emoción alguna, aburrido hasta el bostezo que deja la sensación de estafa, de engaño, de timo, de apaño, de desvergüenza y por tantao molesta, indigna, desanima y quebranta tus principios sobre el toreo.
Y todavía algunos aplauden, aquellos que acudieron por curiosidad y no saben o los incondicionales que los hay y no reconocen que estos toreros están acabando con el arte de torear y convirtiéndolo en un espectáculo carente de sustancia e interés, un paripé de ínfima categoría dirigido a un público ignorante y desconocedor que pague y aplauda sus teatralidades y les permita seguir aprovechando la ocasión para llevárselo crudo.
Jandro
sábado, 15 de mayo de 2010. San Isidro
Y los tres hacen el más espantoso de los ridículos en el ruedo de las Ventas, pegapases parecen que no toreros.
El sistema está podrido ¿cómo es posible que los propios toreros elijan ganadería, envíen a sus propios veedores para seleccionar y decidan qué toros torean y enciman queden en entredicho?
La ganadería elegida está controlada como ellos muy bien saben, sus toros grandes y robustos en apariencia no son bravos ni mansos, se diría domesticados, amaestrados, programados para cumplir con su trabajo de embestir sin rechistar. Les han despojado de su condición, de las características básicas de los toros bravos, no tienen casta, son borregos carentes de arrojo y codicia, se dejan hacer, acuden a los engaños y a los castigos sin molestar y repiten sin una sola queja cuantas veces se les requiera para ello, no amenazan con sus defensas, casi piden perdón si tropiezan por error con algún torero, seguro que allí en el campo acudían a la llamada del mayoral a comer de su mano.
Y los toreros pasan por allí y les citan si no se arrancan directamente sin más preámbulos y pasan junto a ellos y ponen capas y muletas en su camino y se enseñorean y presumen de su acción cuando resulta un espectáculo descafeinado, degradado, carente del más mínimo interés artístico ni de emoción alguna, aburrido hasta el bostezo que deja la sensación de estafa, de engaño, de timo, de apaño, de desvergüenza y por tantao molesta, indigna, desanima y quebranta tus principios sobre el toreo.
Y todavía algunos aplauden, aquellos que acudieron por curiosidad y no saben o los incondicionales que los hay y no reconocen que estos toreros están acabando con el arte de torear y convirtiéndolo en un espectáculo carente de sustancia e interés, un paripé de ínfima categoría dirigido a un público ignorante y desconocedor que pague y aplauda sus teatralidades y les permita seguir aprovechando la ocasión para llevárselo crudo.
Jandro
sábado, 15 de mayo de 2010. San Isidro
Foto: blog Larga Cambiada
jajajajaj por que os molesta tanto las figuras en madrid?
ResponderEliminarno nos molestan las figuras, nos molestan los borregos y el destoreo
ResponderEliminarCastella torea con la muleta a la altura del cuerpo,o mejor dicho el medio muletazo y aún así el público estuvo demasiado respetuoso.Toreó es un decir, cerca de los pitones a un toro que pedía muleta adelantada y correr la mano.El Juli tuvo en el primero un toro a modo,lo molió a derechazos perifericos y se empeñó en levantar la faena al natural sin resultado.En el cuarto,un toro con más que torear,osea de los que acreditan que el torero demuestre su poderío,desistió rapido.Luque está pagando la osadía de la encerrona con los seis toros,lo tiene difícil para salir de esta,para matar seis toros y fracasar,hay que ser como mínimo figura.
ResponderEliminarNo os dais cuenta de que los grandes culpables somos los aficionados. Tenemos en nuestra mano abandonar las plazas donde se realizan las fechorias que denunciais y segimos acudiendo como borregos.
ResponderEliminarMientras sigamos yendo a esos simulacros de corrida de toros al empresario, a los toreros y a los ganaderos, plim.
¡Viva el masoquismo!