Copio el e.mail y texto recibidos del papa negro:
Javier: De la corrida de Victorino hice dos post: Uno dedicado a Liria y otro a El Cid y la fé en "los toros de verdad" que restauran la dignidad del templo. Un abrazo.
Javier: De la corrida de Victorino hice dos post: Uno dedicado a Liria y otro a El Cid y la fé en "los toros de verdad" que restauran la dignidad del templo. Un abrazo.
EL ARTE LLENA EL TEMPLO (el papa negro)
Llegó “El Cid” al templo del toreo y lo encontró hecho una piltrafa, profanado por los ignorantes que lo habían convertido en majada y expoliado por mercaderes semitas se habían malbaratado el mucho arte que allí siempre hubo. Brindó a Pepín “el guerrero” y se dispuso a desfacer el entuerto.
(Hay que decir que “El Cid” fue alcaide de aquellos páramos puros y duros que son “cabeza de Extremadura” y tiene experiencia y mano sobre lo que pasta por los encinares del hermano Victorino, el de la risa de oro, encareciéndole que preparara unos cárdenos dignos de la restauración del templo).
No venía “El Cid” de oropeles sino de azabache mas negro que mi corazón, pero se puso a pintar al natural y aquello refulgía de belleza inmaculada y el arte llenó el templo del toreo y bajo la imponente palmera de San Baudelio, convertido en oasis de afligidos, se refugiaron “los justos” que andan peregrinos guiados por el “hermano Pedro” recordando las bíblicas palabras:
“El justo florecerá como palmera” e invocaron las palabras del profeta:
“Feliz el hombre que confía en EL TORO
y del que EL TORO es su esperanza.
Es como un árbol plantado al borde del agua,
que extiende sus ramas hacia la corriente.
No teme cuando llega el calor,
Su follaje permanece verde,
Y, en año de sequía, está sin inquietud. (Jeremias/Albaserrada 17, 7-8)
(Que “El Cid” emborronara con la tizona la culminación de su capilla sixtína es asunto menor. Junto al fresco “borgoñés” queda el natural mural de ayer y por si caben dudas vean la foto del templo. Laus Deo.)
Llegó “El Cid” al templo del toreo y lo encontró hecho una piltrafa, profanado por los ignorantes que lo habían convertido en majada y expoliado por mercaderes semitas se habían malbaratado el mucho arte que allí siempre hubo. Brindó a Pepín “el guerrero” y se dispuso a desfacer el entuerto.
(Hay que decir que “El Cid” fue alcaide de aquellos páramos puros y duros que son “cabeza de Extremadura” y tiene experiencia y mano sobre lo que pasta por los encinares del hermano Victorino, el de la risa de oro, encareciéndole que preparara unos cárdenos dignos de la restauración del templo).
No venía “El Cid” de oropeles sino de azabache mas negro que mi corazón, pero se puso a pintar al natural y aquello refulgía de belleza inmaculada y el arte llenó el templo del toreo y bajo la imponente palmera de San Baudelio, convertido en oasis de afligidos, se refugiaron “los justos” que andan peregrinos guiados por el “hermano Pedro” recordando las bíblicas palabras:
“El justo florecerá como palmera” e invocaron las palabras del profeta:
“Feliz el hombre que confía en EL TORO
y del que EL TORO es su esperanza.
Es como un árbol plantado al borde del agua,
que extiende sus ramas hacia la corriente.
No teme cuando llega el calor,
Su follaje permanece verde,
Y, en año de sequía, está sin inquietud. (Jeremias/Albaserrada 17, 7-8)
(Que “El Cid” emborronara con la tizona la culminación de su capilla sixtína es asunto menor. Junto al fresco “borgoñés” queda el natural mural de ayer y por si caben dudas vean la foto del templo. Laus Deo.)
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